La suma de apoyos públicos y filantrópicos que ha permitido investigar en busca de una vacuna contra la malaria es vista como un ejemplo a seguir con las otras dos enfermedades de alta mortalidad vinculadas con la pobreza: el sida y la tuberculosis. La expansión en Africa de las tres infecciones, sin los frenos sanitarios que reciben en los países occidentales, tiene su origen en la falta de recursos de los afectados y, a la vez, es la causa de que cada vez sean más pobres, constata el profesor Pedro Alonso, director del proyecto de la vacuna contra la malaria.

La malaria causa la muerte de cerca de dos millones de personas cada año, el 90% en países africanos. Tres millones más mueren en el subcontinente de Africa al año por la misma infección de sida que en Europa y EEUU se controla con fármacos, tóxicos y caros, pero eficaces.

"Aunque parezca obvio, es fundamental reconocer el vínculo íntimo entre pobreza y mala salud: a peor salud, más pobreza --afirmó Alonso en la reciente presentación del Observatorio de Salud Internacional, que impulsa la Universidad de Barcelona--. Mejorando la salud, se mejora la economía y, con más dinero, se promueve mejor salud".

El OSI, que se financiará con fondos privados, es el primer organismo universitario español que se centrará en el estudio, formación de médicos locales, y asistencia de las enfermedades más devastadoras y menos asistidas: malaria, tuberculosis, diarreas, infecciones respiratorias, sarampión y virus del papiloma.

El camino de los fondos privados destinados a programas de salud en zonas en desarrollo también ha abierto interrogantes. "Los estados pobres necesitan justicia, fármacos de bajo coste, y no caridad", declaró en Barcelona el doctor Germán Velásquez, coordinador del programa de medicamentos de la Organización Mundial de la Salud, que cuestionó la motivación altruista de esos benefactores.

"Son acciones mediáticas --añadió, en alusión a la anunciada rebaja en el precio de los fármacos antisida--. De los 30 millones de infectados por el virus que viven en Africa subsahariana, sólo 27.000 son tratados".

LOS GOBIERNOS Cuando esa ayuda llega directamente de los gobiernos, existe el riesgo de que sean formas solapadas de promocionar la economía del país donante. "Hasta ahora, la cooperación española con países pobres, casi siempre de América Latina, ha tenido intereses comerciales --aseguró Alonso--. No la impulsaba el Ministerio de Sanidad, sino el de Economía, al igual que ha ocurrido en otros muchos países". El nuevo Gobierno español se ha comprometido a rediseñar esas ayudas.

Para evitar que los intereses exclusivamente económicos desdibujen sus proyectos, el OSI ha establecido sus objetivos a partir de las muertes que causan las enfermedades seleccionadas.