Javier García El Cuco, el menor involucrado en la muerte y desaparición de Marta del Castillo en enero del 2009, se ha sumado hoy al pacto de silencio que mantienen sus antiguos amigos y se ha negado a revelar el paradero del cadáver, cerrando la puerta a la última esperanza que tenía la familia de la joven de aclarar este punto. Durante su declaración como testigo en la quinta sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Sevilla, ha negado cualquier participación en lo sucedido, contradiciendo la sentencia firme que le condena como encubridor y en la que se dice que conoce el destino de la adolescente.

El joven, que en la actualidad cuenta ya con 18 años, llegaba a los juzgados poco antes de las 10 de la mañana y daba la primera sorpresa de la jornada por su aspecto: melena larga y cuerpo musculado, muy alejado del chico aniñado y delgado que describían en el 2009 la pandilla de amigos. Era la primera vez que se le podía ver al descubierto en sede judicial, dado que su juicio se celebró a puerta cerrada por tratarse de un caso de menores.

En su comparecencia, la más larga de las que se han registrado hasta ahora, El Cuco lo ha negado todo, pese a comparecer como testigo y con la obligación de decir la verdad. Que estuviera la noche del 24 de enero en la calle León XIII (donde murió Marta), que llegase allí junto a Samuel Benítez y que este saliese pálido hablando de un "gran marrón".

El joven, al que el tribunal ha llamado la atención varias veces por sus modales y cierta chulería al contestar a los abogados, ha asegurado que esa tarde coincidió un rato con Marta y Miguel en una plaza cercana a la casa de ella, y que cuando los dos se fueron a Triana, él cogió su bici y decidió irse con otros amigos a un botellón, donde permaneció varias horas. Tras hablar con Samuel Benítez para tratar de quedar, se dirigió a su casa a dormir la borrachera, y se enteró de la desaparición de la chica por la llamada de una amiga al día siguiente.

No obstante, el fiscal y la acusación particular le han reproducido las tres primeras declaraciones que dio, tras ser detenido, ante la policía y el juez instructor, en las que reconocía que ayudó a sus amigos a tirar el cuerpo al río Guadalquivir y en las que involucró a Javier Delgado, hermano de Miguel. Unas declaraciones que ha desmentido, asegurando que las hizo bajo presión policial porque le amenazaron con detener a su madre. La coacción se repitió incluso cuando declaró en presencia de su letrado y su propia madre, que en ningún momento denunciaron su vulneración de derechos.

Muy incisivos para tratar de desmontar su testimonio, fiscalía y acusación le han pedido que explicara cómo llegó su ADN y el de Marta a los bajos de una silla del ordenador en el cuarto de Carcaño, algo que ha atribuido a que alguna que otra vez ha dormido bajo la mesa, "en posición fetal", dado que acudió a varias fiestas en esa casa. En alguna de ellas coincidió con la chica. Y al ser interrogado sobre el paradero del cadáver "para que, por favor, puedan descansar los padres de Marta", el joven se ha limitado a un escueto "si lo quieren saber, pregúntenselo a Miguel, que es quien lo sabe". El chico, que ha salido de la sala sin siquiera mirar a sus antiguos amigos, ha sido abucheado y su coche golpeado cuando se alejaba de los juzgados.

La otra sorpresa de la jornada la ha protagonizado un amigo de Marta que fue el último en verla con vida, y que ha asegurado que el chico que la acompañaba era El Cuco, "moreno, rapado y canijillo", y no Miguel, como había afirmado con anterioridad y como sostiene la policía por los posicionamientos de su teléfono móvil. Otro testigo ha matizado estas declaraciones y ha señalado que el chico inicialmente no sabía quién acompañaba a Marta, y que trató de identificarlo días después de la desaparición a través de las fotos en redes sociales, de ahí su confusión.