¿Algún otro pueblo en el planeta monta comilonas como los españoles en Navidad?

Los tsembaga de Nueva Guinea, por ejemplo. Crían gran cantidad de cerdos y cuando las piaras amenazan los cultivos, organizan un ‡2kaiko‡1, una bacanal porcina. Eso se repite cada 15 o 20 años, que es lo que tarda el bosque en regenerarse y ser apto para la horticultura.Aquí la bacanal es cada año. ¿Por qué asociamos Navidad a comida?

Las celebraciones son una forma de ordenar el tiempo y, a su vez, la sociedad...Nadie que camine por el centro de la ciudad lo diría...

Y todas las celebraciones tienen una relación con un mayor consumo de comida. Pero ¿qué pasa en Navidad Pues que es un ciclo largo, que empieza la noche del 24 y acaba el día de Reyes, en el que coexisten tres celebraciones: el solsticio de invierno, el nacimiento de Cristo y la convención establecida del cambio de año el 31 de diciembre.De exceso a exceso.

Además se multiplican... Antes celebrábamos una comida de Navidad, ahora hacemos dos, tres y hasta cuatro. Una con los compañeros de trabajo; otra, con los del equipo de fútbol; una tercera, con los del curso de macramé... Todo es exceso. ¿Sabe cuánto cava se irá por el desagüe? No señor.

¡Hectolitros! A las 12 del 31 se abre una botella para brindar y adiós... No siempre fue así. Hasta los años 60 y 70, las familias solo compraban los turrones, las bebidas y, en algún caso, la carne. Lo demás se hacía en casa. Ahora hasta se va al restaurante.Estamos por otras cosas.

A lo largo de la historia, la fiesta consistía en un aumento de lo graso y lo dulce. Pero lo graso se empezó a abaratar en los años 50, con la intensificación de las explotaciones ganaderas. Un redondo de ternera o un fricandó ya no nos parecen festivos. Aunque, curiosamente, hay platos populares, muy de pobre, como las lentejas, que ahora son de fiesta, porque pasaron de ser viudas a ser polígamas, con chorizos o butifarras de extraordinaria calidad...¿La fiesta reside en lo auténtico más que en lo escaso?

No. Lo escaso sigue haciendo fiesta. Las ostras, el caviar y el foie son alimentos de lujo. Pero, en términos generales, no se los dé a las clases populares, porque le dirán que, por el precio que cuestan, prefieren un pavo o un cochinillo bien asados.¿El bolsillo crea el gusto?br>Las clases populares no desarrollan un gusto que les suponga frustración. Hacen de la necesidad, virtud, como diría el refrán.¿No hay un alimento transversal?

¡El jamón ibérico! En una cata a ciegas, todos acertarían. Lástima que el interés de China y de EEUU por el producto lo va a encarecer pronto.