Josu Mezo no es periodista sino profesor de sociología de la Universidad Castilla-La Mancha, en Toledo, pero desde el 2004 escribe el blog Malaprensa.com (premio Bitácoras 2014 al mejor blog de periodismo), donde critica las malas prácticas en el rigor de la prensa “como ciudadano preocupado”. Su denuncia de las posibles mentiras del ‘caso Nadia Nerea’ desató la tormenta mediática que ha conducido a la investigación judicial.

-¿Qué fue lo que más le llamó la atención del caso Nadia?

Hay dos partes. Primero un periodista de 'El Mundo' escribe algo completamente enloquecido, con aspectos novelescos [un científico al que persigue por todo EEUU, la visita a un médico en Afganistán "bajo las bombas", una donante anónima de la que sabe hasta cuanto cobra, una llamada de Al Gore...] que sorprende que no hayan pasado un proceso editorial en el que alguien los ponga en duda, y más en una edición en papel, a la que se supone que le pides más calidad porque además han de seleccionar más lo que ponen por un tema de espacio. Desde fuera de los medios, como lector, hace que pongas en duda que la historia pueda ser cierta. Luego ves que muchas personas la comparten en redes sociales, entre ellos periodistas muy conocidos que debían tener la guardia baja porque no se plantearon la veracidad.

-¿Nos pierde una buena historia o en las redes sociales la gente no lee lo que comparte?

Parece que ya se sabe que no. Hay un estudio de la Universidad de Columbia que demuestra que se comparte sin leer, solo a partir del titular. Pero en esta historia no era así. El titular era oscuro y tenías que haber leído al menos un par de párrafos para ver de qué iba.

-Pero varias puntos ya sorprendían del caso. ¿Por qué no saltó antes la liebre?

No he hecho una indagación completa, pero ya antes se ven cosas raras. Si lees en un periódico que una niña está enferma y que una operación le da cuatro años de vida, pues no dices que es imposible; pero si se llega a ciertos extremos en la historia, deberían saltar las alarmas.

-¿Falta cultura científica o somos demasiado crédulos?

Un poco las dos cosas. La propia descripción de la enfermedad que da el padre, que habla de que si la niña llega a tener un determinado tanto por ciento de células muertas se muere, ya hace sospechar. Pero él puede explicarlo así para hacerlo comprensible; el periodista no. El padre puede explicarse con disparates, pero la obligación del periodista es buscar a un médico y hacer que se lo cuente bien. Hay gente que vive con la incredulidad puesta y otra a la que, como le toques la fibra sensible, todo le parece bien. Se ha visto, por ejemplo, en las polémicas entre independentistas y no independentistas sobre el 'caso Pujol', o en las del PP y PSOE con Podemos… Si la historia es emocionante, parece que cuela más, pero si a mí me explican que un padre ha llevado a su hija al médico a Afganistán bajo las bombas, yo no lo planteo como un héroe, pido que le retiren la patria potestad.

-Ya veníamos de otro caso sensible como son las noticias falsas que han ayudado a la victoria de Trump. ¿Hay riesgo de que se produzca algo así en España?

En EEUU se han dado pasos adicionales de crear entramados por dinero o por fanatismo que en otros lugares no se han visto. Pero aquí también hemos visto cómo en los medios se han colado noticias creadas por diversión o por agencias de publicidad con otros fines. El caso del restaurante caníbal, que luego resultó ser la campaña de un grupo vegetariano alemán.

-En general, ¿cómo está el nivel de la prensa?

Malaprensa.com nació como blog porque tenía la sensación de que los diarios en España metían la pata clamorosamente sin que lo corrigieran. La calidad implica cosas como revisar bien los números y no publicar directamente notas de prensa. Pero claro, si cada vez hay menos recursos en las redacciones, si hay que hacer más trabajo en menos tiempo y con menos gente, pues los periodistas han de recortar el esfuerzo que dedican a cada pieza. Seguimos teniendo un problema importante.

-Y cuando ve lo que dice el informe PISA, ¿qué piensa?

España no está en un sitio especialmente malo en PISA. Si se relaciona el nivel cultural con la renta per cápita, se ve que está más o menos en el nivel cultural que le corresponde porque los países ricos suelen tener mejores notas. El peligro de los números es sobreexplicar cosas que son casi movimientos erráticos. Tres puntos arriba o abajo en una estadística no quiere decir que un año el Gobierno hace las cosas bien y otro mal. La realidad de fondo es la misma.

-Se ha hablado mucho del papel de difusoras de las redes sociales, pero no del que tiene la televisión.

Las redes sociales llaman mucho la atención porque son lo más nuevo, aunque no sean lo más importante. Las televisiones han tenido tanta o más importancia, porque en estandares de cuidado informativo las radios y las televisiones viven mucho de los diarios. Solo le añaden sensiblería o imagen, aunque igual un directo desde un sitio donde ha pasado algo no aporta gran cosa. Si en los diarios echo de menos más edición y cuidado, en las teles aún más. De las redes sociales sobrestimamos el impacto porque lo podemos medir, pero las televisiones tienen mucha más influencia. Y ya sabemos que cuando se dice eso de “arden las redes sociales”, los números son una cosa de risa porque el porcentaje de población que supone es mínimo.