Músico, su verdadera profesión, según él, pero también cineasta, productor e incluso actor, Antonio Victorino D´Almeida es uno de los rostros más populares de Portugal. "Me hace ilusión que en el festival valoren el trabajo realizado", dice este compositor de la banda sonora Capitanes de abril , dirigida por su hija María de Medeiros.

--La música ha marcado su vida.

--Siempre he sido músico y esa es mi profesión. Comencé siendo un niño, a los seis años, y después he dedicado mi vida a ser pianista y compositor, pero el cine siempre me interesó y siempre ha estado presente en mi vida. También he escrito ocho libros, algunos de ficción, de poesía, sobre la música y obras de teatro.

--Es usted un hombre orquesta.

--El secreto es que me gusta hacer lo que hago y he convertido el trabajo en mi forma de vida. Soy un hombre de ciudad al que no le gusta el campo, ni las vacaciones ni la playa. Ahora que se acerca el verano me voy al norte de Portugal, a una zona que está junto a Galicia, y desde mi ventana veo el monte de Santa Tecla, y allí trabajo. Me gusta trabajar con tranquilidad pero continuamente. Para mí no es un problema hacer muchas cosas, lo que sí es un problema es no hacer nada o no hacer bien las cosas.

--¿Y que le llevó al cine?

--La televisión portuguesa me ofreció presentar un programa de música y, como el presupuesto era modesto, me dijeron que también tendría que dirigirlo. Aunque yo nunca había hecho nada parecido, recibí la ayuda del equipo técnico y salimos adelante. Después recibí nuevos encargos, hasta rodar 60 documentales culturales. En ellos, aunque se trataba de obras divulgativas, siempre hacía un guiño a la ficción, hasta que finalmente me decidí a dirigir La culpa , mi primera película.

--No es nada fácil hacer cine.

--Es muy difícil reunir el dinero, aunque, por otra parte, la tecnología digital ha supuesto una verdadera revolución en el cine. Es mucho más barato rodar y se abren muchas posibilidades para los nuevos realizadores.

--Ausculte la cultura lusa.

--Portugal no tiene una correcta política cultural. El Estado actúa como si fuera un empresario cultural y no debe ser así. Su misión es propiciar que el artista pueda trabajar y que los empresarios hallen las condiciones adecuadas para su labor. Se podría impulsar mucho más la cultura, porque existen buenos autores, buenos músicos, buenos actores; pero falla la organización.

--¿Y cómo se miran España y Portugal?

--Son dos países que debían tener mayor relación, pero creo que se conocen menos de lo que cabría esperar por su proximidad y por sus afinidades.