TRtesulta curiosa la democracia. Uno vota ilusionado, convencido de que las demás alternativas están equivocadas, porque una dictadura o la anarquía nos parecen opciones impensables. No hemos llegado hasta aquí para darnos la vuelta o añorar tiempos en que deseábamos poder decidir. El voto, ese pequeño papel, lo que supone. Ha costado vidas y logrado que subieran al poder dementes como Hitler , pero a cambio, ha traído libertades y la posibilidad de cambiar el mundo, al menos esa parcelita donde habitamos, ese lugar que hemos constituido en nuestro ombligo. Por eso, acudimos a las urnas el domingo; pero resulta curiosa la democracia. Será que manoseada por nosotros, ha perdido la pureza a cambio de leyes electorales, circunscripciones y otros límites. El caso es que votamos hace cuatro días y aún no tenemos claro quién decidirá en nuestro nombre los próximos cuatro años. Mientras tanto, continúan acampadas en las plazas las personas que dicen ser jefes de los políticos y estarles haciendo un ERE. Ahora, cómo les cuentas que los ciudadanos mandamos, pero poco, que luego viene el verdadero poder, el de las cúpulas de los partidos, y sus pactos, muchas veces necesarios para poder gobernar en condiciones y otras, ya no tanto. A ver cómo explicas que los votos nulos o en blanco hayan alcanzado resultados históricos. No somos una democracia tan antigua como para permitirnos el lujo de estar ya desencantados, aunque eso es lo que nos cuentan esos votos. Al menos tú has participado, piensas, aunque lo de que lo importante es participar era en otro ámbito, el deporte, donde ganadores y perdedores suelen estar más claros.