"Ha llegado la hora de cortar el cordón umbilical". Así se refiere Eduard Alarcón al cable de alimentación que indefectiblemente acompaña todo dispositivo electrónico, desde los ordenadores hasta los electrodomésticos. Este investigador del Departamento de Ingeniería Electrónica de la Universidad Politécnica de Cataluña está trabajando para cortar la madeja de conexiones que cruzan los suelos de despachos y domicilios. En su opinión, en el próximo lustro empezarán a ser viables los aparatos inalámbricos sin batería que se telealimentan a partir de fuentes de energía colocadas a distancia.

En el 2007, un grupo de físicos del Massachusetts Institute of Technology (MIT) consiguió encender una bombilla de 60 vatios con una fuente de energía situada a dos metros. Ahora, Alarcón dirige una investigación que intenta obtener el mismo efecto en la transmisión de energía entre satélites. El estudio es el proyecto de final de carrera de Elisenda Bou, una estudiante de Ingeniería que lo está llevando a cabo en el MIT. Las aplicaciones terrestres de estos estudios serían numerosas: por ejemplo, se podría trabajar con ordenadores ultraligeros (sin batería) alimentados por equipos de suministro de energía, tal y como hoy se navega en internet por medio del wi-fi. De la misma manera, no haría falta enchufar lectores de MP3 ni teléfonos a cargadores: los equipos se recargarían solos al entrar en el área de acción de una de esas fuentes. Finalmente, las casas se liberarían del engorro de los numerosos cables que alimentan los electrodomésticos.

MINIATURIZACION Junto con su grupo, Epic (iniciales inglesas de Circuitos Integrado para el Procesamiento de Energía ), Alarcón consiguió incrustar una fuente de alimentación dentro de un chip de silicio. Este gran esfuerzo de miniaturización, realizado en colaboración con el MIT, enseguida despertó el interés de grandes empresas, como Samsung. "El próximo paso es deshacerse de la fuente de alimentación", explica Alarcón.