Comer carne puede contribuir al cambio climático hasta tal punto, según sostiene un informe internacional presentado ayer en Londres, que es imprescindible y urgente reducir el consumo mundial en al menos un 10% de aquí al año 2050. El motivo de todo ello es que el sistema digestivo de los animales --sobre todo del vacuno--, el estiércol y el uso de fertilizantes y pesticidas, entre otros procesos ligados a la ganadería, generan una gran cantidad de metano, que es un poderoso gas de efecto invernadero. El estudio también destaca como preocupantes la deforestación en países en desarrollo para reconvertir bosques en pastos para ganado y la dificultad para hacer frente a la cada vez mayor acumulación de excrementos.

El informe, que se publica hoy en la revista científica The Lancet , subraya que el sector agropecuario genera un 22% de las emisiones mundiales de efecto invernadero, un porcentaje similar al de la industria y superior al del transporte, y un 80% del total es debido a la ganadería (además del metano, el porcentaje incluye también la producción ganadera de dióxido de carbono y óxidos de nitrógeno).

1.250 MILLONES DE VACAS El consumo medio de carne en el mundo, que actualmente es de 101 gramos por persona y día, debería reducirse a 90 gramos, el equivalente a una pequeña hamburguesa, si se tiene en cuenta que la población mundial crecerá previsiblemente un 40% durante las cuatro próximas décadas. Por supuesto, prosigue el informe, la reducción debería centrarse en los grandes consumidores puesto que la media por persona en los países industrializados es de 224 gramos diarios, cinco veces más que en los países en desarrollo. La limitación debería afectar especialmente a la carne roja procedente de rumiantes (sobre todo bovino, pero también cordero, búfalo y caprinos), con un consumo que no debería superar los 50 gramos diarios. Se calcula que hoy en día hay en el mundo unos 1.250 millones de vacas y cebús y unos 1.100 millones de ovejas.

Los cuatro firmantes del trabajo --Tony McMichael y Colin Butler (Universidad Nacional de Australia), John Powles (Universidad de Cambridge) y Ricardo Uauy (Universidad de Londres)-- insisten en que, solo con un 10% de reducción, bastaría para frenar el impacto que la ganadería tiene en las emisiones contaminantes de aquí a mitad de siglo y, de paso, limitaría los riesgos para la salud asociados a un alto consumo de carne roja, como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer colorrectal y la obesidad.