La jerarquía católica española cerró ayer filas con alabanzas e incienso para el nuevo Papa, del que destacó que será un Pontífice "muy próximo a los pobres". También los colectivos de base, hasta ahora más bien críticos con la política de la Santa Sede, valoran el perfil del nuevo obispo de Roma, del que esperan que no tarde en acometer cambios en la cúpula eclesiástica.

El secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan Antonio Martínez Camino, insistió en que "tiene el perfil de un santo y los santos se caracterizan porque la oración no se hace cuando toca sino porque viven en un ambiente de oración". El portavoz episcopal destacó la cercanía del nuevo Pontífice con España, donde estuvo por última vez en el 2006, en unos ejercicios espirituales.

Incluso el mensaje del Opus Dei, prelatura claramente opuesta a los jesuitas, fue conciliador. "No debemos olvidar que el Papa cuenta con la ayuda de Dios, con la asistencia del Espíritu Santo y con el afecto y la plegaria de los católicos y de millones de personas de buena voluntad. Le hemos recibido con profunda gratitud y ahora, siguiendo el ejemplo de Benedicto XVI, le manifestamos incondicional reverencia y obediencia", aseguró el prelado del Opus, Javier Echevarría.

Los jesuitas sacaron ayer pecho por contar de verdad, en sus 500 años de historia, con el primer Papa negro. Con este nombre se conocía hasta ahora al padre general de la Compañía de Jesús, evocando el poder que durante siglos ha tenido esta orden, que se caracteriza por la fuerza intelectual de sus miembros, todos varones. Varios de ellos recordaban ayer, en el Colegio de Alcalá de Henares, donde el Papa argentino culminó su formación espiritual en 1971, que la orden, arrinconada dentro de la Iglesia por el sesgo político de su lucha contra la pobreza, desarrolla su labor académica en 127 países donde gestiona 297 universidades, 32 televisiones y 200 revistas.

La plana mayor de la organización confía en que Bergoglio será capaz de imponer la gran reforma de las estructuras de la Iglesia e imponer su austeridad y preocupación por los pobres. "Es normal que para culminar su formación eligiera Alcalá, porque los orígenes de la compañía están muy vinculados a ella", afirmó con orgullo su superior, Enrique Climent. Pudo ser un espaldarazo, ya que tres años después de su paso por la casa ya era máxima autoridad de los jesuitas argentinos. Y, 43 años después, de todos los católicos. Juan Antonio Reig, el obispo de la diócesis de Alcalá de Henares que el año pasado llamó a los homosexuales enfermos y corruptos, aprovechó: "Su paso por Alcalá hace que lo sintamos aún más propio", aseguró.

Entre las pocas voces críticas destaca la de los colectivos de homosexuales, que recuerdan la oposición del nuevo Papa mostrada en Argentina contra los matrimonios entre personas del mismo sexo.