La subida de la temperatura, el ambiente seco y los fuertes vientos complican la extinción de los incendios forestales que arrasan el este de Australia, que se han cobrado la vida de al menos tres personas.

Las condiciones "catastróficas", según los bomberos, afectan principalmente a los estados de Nueva Gales del Sur y Queensland, donde más de medio centenar de focos continúa ardiendo desde la semana pasada, al menos 30 de ellos todavía fuera de control.

Zonas cercanas a la ciudad de Sídney, la principal urbe del país, están bajo alerta a raíz de la proximidad de algunos incendios forestales.

Situación crítica

El comisionado del Servicio Rural de Bomberos, Shane Fitzsimmons, advirtió de la "dificultad de controlar los fuegos" y conminó a la gente en zonas de riesgo a "dejar sus casas ahora" antes de que la situación empeore. "El comportamiento de las llamas en el frente de los incendios forestales está siendo fortalecido por los vientos cálidos y secos", apuntó Fitzsimmons, recoge el canal público ABC.

Según las predicciones del Servicio de Meteorología de Australia, la temperatura máxima se situará durante la jornada de hoy en los 37 grados, a lo que hay que sumar vientos con rachas por encima de los 65 kilómetros por hora.

Más de 3.000 bomberos, con la ayuda de voluntarios y 60 aeronaves cargadas de agua, combaten los incendios a lo largo de una franja de 1.000 kilómetros en la costa este de Australia. Las llamas han devorado ya 200 edificios y unas cien personas han resultado heridas, entre ellos 20 bomberos.

Temporada de incendios

La temporada de incendios en Australia varía según la zona y las condiciones meteorológicas aunque generalmente se registran en el verano austral (entre los meses de diciembre a marzo). En los últimos años, los incendios forestales en Australia -que este año también ha sufrido una fuerte sequía- han aumentado en intensidad y los expertos vinculan esta virulencia a los efectos del cambio climático.

Los peores incendios vividos en el país oceánico en las últimas décadas ocurrieron a principios de febrero de 2009 en el estado de Victoria (sureste) y causaron 173 muertos y 414 heridos, y quemaron una superficie de 4.500 kilómetros cuadrados.