No fue brutalmente letal, pero sí enormemente destructivo. El Ike tocó tierra ayer de madrugada como un huracán de categoría 2 en Galveston, una histórica y turística isla de la costa de Tejas, y aunque fue perdiendo potencia conforme recorría el estado hacia el este y se adentraba hacia Arkansas, dejó con sus fuertes precipitaciones y vientos una estela de incendios, inundaciones, desperfectos y serios problemas. El principal: la pérdida de suministro eléctrico en amplias zonas, incluyendo la ciudad de Houston, donde millones de usuarios se quedaron sin servicio. El presidente de EEUU, George Bush, declaró Tejas zona de desastre federal.

"Hemos sufrido un golpe masivo", reconocía ayer Floyd LeBlanc, portavoz de CenterPoint Energy, que admitió que 1,8 millones de sus clientes en el área metropolitana de Houston --lo que representa a más de cuatro millones de personas-- no tenían electricidad. Peor aún es que el proceso para restablecer el suministro se anticipa complicado y largo. Pueden pasar semanas hasta que se recupere la normalidad. Y el caos pone de manifiesto otro de los serios problemas no resueltos de infraestructuras del país. En Baton Rouge, la capital del vecino estado de Luisiana, aún no se ha restablecido del todo el suministro tras el Gustav .

AGUA EMBOTELLADA Pero ese no fue el único problema. En Houston, el alcalde, Bill White, propagó un mensaje de alerta sobre el agua, recomendando a los ciudadanos beberla embotellada o hervirla. "No tenemos indicaciones de que el suministro esté contaminado pero la presión en el sistema que sirve a la ciudad y muchas localidades pequeñas cercanas está bajando por problemas eléctricos en una estación clave", reconoció Whitel, que no pudo anunciar un calendario sobre la reparación.

Aunque en Galveston el viento llegó a soplar hasta 175 km/h y la crecida de las aguas fue importante, fue menos grave de lo esperado (cuatro metros en vez de los siete que se llegaron a anunciar). Pero el enorme tamaño de Ike lo hacía comparable a la longitud de todo el estado y su poder demoledor fue evidente más allá de la isla.

Muchas calles y casas de varias ciudades costeras seguían ayer inundadas, llenas de escombros y árboles arrancados de cuajo, y fueron cerradas por las autoridades, que impusieron toques de queda. Y en Houston, donde el huracán ya llegó reducido a categoría 1 en la escala de 5, soplaron ráfagas de viento de hasta 145 kilómetros por hora que destrozaron cristales en numerosos rascacielos del centro.

EL GRAN RETO Uno de los principales retos era cerciorarse de la seguridad de las 100.000 personas que no siguieron las órdenes de evacuación en el área afectada, a las que sí hicieron caso más de un millón de personas. Ayer mismo se pusieron en marchas operaciones de búsqueda y rescate en las zonas donde el tiempo se había calmado y lo permitía, misiones que se prevén como las mayores en la historia de Tejas. Y las autoridades eran críticas con quienes decidieron no escuchar sus mandatos. "La desafortunada verdad es que vamos a tener que salir ahí y poner en una situación complicada a nuestra gente para salvar a otra que no decidió sabiamente", lamentaba Andrew Barlow, portavoz del gobernador Rick Perry.

Las autoridades locales no pudieron hacer una comprobación definitiva de los daños, como reconoció el coordinador de gestión de emergencias de Galveston, John Simsen. "Aún no sabemos a qué nos enfrentamos", dijo. Cerca del 40% de los 58.000 habitantes de la ciudad, que en 1900 sufrió el más letal huracán de la historia de EEUU con 5.000 muertos, están sin casa.

Más de 100 de esas personas realizaron durante la noche llamadas a los servicios de emergencia pidiendo ayuda para abandonar sus casas cundo vieron que se inundaban, relató el jefe de Bomberos de Galveston, Mike Varela, que fue dramático al valorar los daños: en una escala del 1 a 10, diez, dijo.

Ayer se atribuían al menos dos muertes en el estado al huracán que dejó más de 70 víctimas mortales en Haití y al menos siete en Cuba. Sin embargo, se temen más muertes.

El candidato republicano en las elecciones presidenciales, John McCain, y su rival, Barack Obama, estuvieron pendientes del huracán. El demócrata suspendió su actuación en un programa cómico y McCain anunció que tenía previsto ir a Tejas.