Científicos australianos han probado con éxito una inyección de hormonas que inhibe la producción de espermatozoides, lo que permitirá en un futuro próximo que sean los varones quienes alteren su metabolismo y eviten la posibilidad de un embarazado.

El posible relevo de los tratamientos hormonales que ahora usan 100 millones de mujeres para evitar gestaciones no deseadas combina dos hormonas: testosterona y progestina.

Los investigadores de los institutos Anzac de Sydney y Príncipe Henry de Melbourne, que han seguido el método durante un año en 55 parejas, aseguraron que su eficacia es total y no se han descrito efectos secundarios. "Es la primera vez que un anticonceptivo masculino reversible, que suprime efectivamente la producción de esperma, ha sido probado con resultados positivos en las parejas", subrayó David Handelsman, director de la investigación.

La ingesta de hormonas no se realizó de manera uniforme. La testosterona se inyectó cada cuatro meses y la progestina cada tres. No obstante, el equipo investigador consideró que será viable a corto plazo una inyección única.