El número y el tipo de asistentes a un entierro dicen mucho de la talla moral del enterrado. El sepelio de Vicente Ferrer --español, exjesuita, filántropo, fundador de la organización que lleva su nombre y responsable de la asistencia de dos millones y medio de personas, entre otras cosas-- tuvo lugar ayer en el pueblo de Bathalapalli, en el caluroso y seco distrito indio de Anantapur al que llegó hace cuatro décadas.

Bajo un cielo que parecía una manta eléctrica, se dieron cita fieles cristianos, hindús y musulmanes, políticos de izquierda y derecha, cooperantes, trabajadores de su oenegé --la Fundación Vicente Ferrer-- y unos 20.000 miembros de las castas más bajas de la India en una ceremonia que resumió lo que fue este hombre hasta su muerte el pasado viernes a los 89 años. Ante todos ellos, su hijo Moncho, quien ahora toma el relevo del mito viviente que acaba de morir, miró al futuro y se comprometió a redoblar sus esfuerzos en la India.

"Tenía miedo de asumir un papel tan relevante sin mi padre en la oenegé --dijo Moncho en telugu, la lengua de esta zona del sur del subcontinente asiático--. Pero gracias a vosotros, he recuperado las fuerzas. Trataré de hacer más y más".

EL MENSAJE DE MONCHO Vaya tipo, Moncho. Puede que carezca del componente magnético de su padre, que sea más introspectivo, menos carismático, pero todo eso lo suple a su manera. Ayer, después de tres días en la capilla ardiente atendiendo a las casi 300.000 personas que llegaron para despedirse del father Ferrer --como llaman aquí al cooperante--, ejerció de orador, consoló a quienes lloraron en el sepelio, y cuando su padre comenzó a ser enterrado y las masas desbordaron el recinto de Bathalapalli para ver el ataúd y lanzarle flores, Moncho, aparentemente imperturbable, dirigió el flujo con un pulso firme.

Su mensaje no solo se dirigía a los presentes; también iba destinado a los donantes, a los políticos y, por encima de todo, a quienes se han beneficiado del trabajo de la oenegé. Tranquilos, vino a decirles el hijo, Vicente Ferrer ha muerto y todos estamos dolidos, pero el trabajo debe continuar. Va a continuar.

Tan simbólicas como las de Moncho fueron las palabras de Raghuveera Reddy, el ministro de Agricultura de Andra Pradesh, el estado en el que Ferrer desplegó su actividad. "El Gobierno siempre estará ahí para ayudar a la fundación. El Gobierno quiere que la fundación siga aquí durante dos o tres generaciones más", dijo el ministro. A la ceremonia también asistieron José Bono, el presidente del Congreso de los Diputados, y la portavoz del grupo popular, Soraya Sáenz de Santamaría.