Qué poco hemos cambiado. Casi veinticuatro años han pasado desde una entrevista que mantuve con el político catalán Miguel Roca . Era el año ochenta y seis y se presentaba como cabeza de lista en las elecciones por el partido Reformista Democrático . Recuerdo que fue en el hotel Zurbarán de Badajoz. Sentados en uno de los sofás del vestíbulo hablamos de economía y de empleo. Roca liberal, yo aspirante a socialdemócrata. Soy de memoria débil, pero hay momentos que se me han quedado grabados. La entrevista con aquel aspirante a la presidencia del Gobierno fue uno de ellos. El no consiguió su objetivo. Aspiró y sucumbió pero, al menos, en mí, han pervivido sus reflexiones, ideas que no he olvidado. Decía el político que teníamos que cambiar la concepción del trabajo y la vida laboral que teníamos en España. Que estábamos equivocados. Que en América (la del norte) la gente cambiaba varias veces de trabajo durante su vida. Yo le rebatía. No era comparable una economía con un mercado dinámico, a otra, la de España, en que dejar un empleo significaba quedarse, casi definitivamente, en el paro y, le decía, que había que proteger al trabajador frente a las veleidades empresariales, que buscaban cualquier excusa para ponerte en la calle.

Veinticuatro años, casi, han pasado y, el otro día, hablando de la sociedad que debemos construir para cuando salgamos de la crisis, un economista me dijo que al modificarse las reglas del juego y la estructura productiva, tendríamos que cambiar más veces de empleo.

Me encontré con la misma respuesta que hace tanto tiempo me diera Roca.

Me pregunto dónde está la respuesta y cuál es el camino.

Entonces pensé que era un liberal peligroso, pero ahora ya no sé.