Internet transpira el espíritu pionero del lejano Oeste: aquí la máquina del tren también avanza mientras se colocan los raíles y es habitual asistir al lanzamiento de herramientas cuya popularidad corre más rápido que el estándar de su uso, lo que a veces provoca disfunciones. Twitter es el caso más reciente. El microblog ha experimentado una vertiginosa propagación en los últimos meses, propulsada en gran medida por la fruición con la que personajes conocidos de todo tipo han ido sumándose al invento. Pero los últimos chispazos generados en la escena pública a raíz de algunos mensajes difundidos por esta red revelan que la adicción por twittear está siendo más poderosa que el cálculo de riesgos de lo que allí se escribe.

En las próximas semanas sabremos si los famosos con Twitter han aprendido las lecciones de David Bisbal, Nacho Vigalondo y Alex de la Iglesia. Al cantante no se le ocurrió otra cosa que sumarse a la preocupación por las revueltas de Egipto con una reflexión pueril que provocó la burla instantánea de la comunidad twittera, capaz de montar una competición de dardos envenenados en cuestión de minutos.

También con humor, pero negrísimo, Vigalondo decidió celebrar los 50.000 seguidores que había alcanzado en su cuenta arengando a su club de fans con chistes sobre el Holocausto (del tipo: "Decoraban las paredes con cuadros de Degas"). La provocación le ha costado la cancelación de la campaña de publicidad que estaba montando para el diario El País. Por su parte, Alex de la Iglesia aún sigue digiriendo los reproches que le hizo el mundo del cine por anunciar su dimisión como presidente de la Academia en su microblog antes de informar a la junta directiva.

Límites poco claros

Los límites de lo que se puede y no se puede decir en Twitter no parecen estar claros. "Y es normal, porque esta herramienta es muy reciente y el protocolo de su uso aún no ha sido establecido", apunta Enrique Dans, profesor del Instituto de Empresa y experto en internet, quien destaca las bondades que el microblog tiene como herramienta de márketing. "La duda es: ¿hasta qué punto un famoso es una marca?", se pregunta Dans. En opinión de este reconocido bloguero, Twitter encierra una trampa: "Provoca una falsa sensación de confort. Alejandro Sanz se siente bien escribiendo aquí porque la mayoría de las respuestas que recibe son de fans. Pero quienes le adoran menos pueden utilizar sus palabras para atacarle si mete la pata".

El propio Sanz tuvo que hacer frente a una reacción en contra de la comunidad twittera a raíz de un mensaje en el que comparaba los derechos de propiedad intelectual con el derecho de los niños de Africa a recibir fármacos contra el sida.

Ni la ironía ni la reflexión fina parecen encajar bien en los 140 caracteres que permite el microblog.

"Twitter es un micrófono abierto durante las 24 horas. Si lo que vas a contar no se explica en 140 caracteres, mejor que no lo digas en Twitter, porque aquí solo falta una chispa para que estalle una bomba", señala Iván Rodríguez, twittero de pro, quien ha dejado su profesión de joyero en Pamplona para dedicarse a seguir el eco que las marcas tienen en la red social.

El potencial de negocio de este instrumento aún está pendiente de ser explorado. Lo que ya nadie pone en duda es su capacidad como canal de comunicación. Políticos, artistas y marcas comerciales parecen haberlo abrazado como vía preferente para informar de sus andanzas, alterando la agenda de los periodistas, que hoy consiguen más información a través de las páginas de los personajes públicos que en sus conferencias de prensa.

Por internet circula estos días un chiste: "Antes las noticias eran: alguien ha hecho algo. Luego vino: alguien ha dicho algo. Ahora son: alguien ha twitteado algo". Carlos Miguel Cortés, twittero desde el 2007, ha incorporado la broma a su página VistoEnTwitter, donde recopila los mensajes más ocurrentes que se vuelcan en este tipo de sitios.

En opinión de este adicto a las redes sociales, el error está en mezclar los ámbitos. "Twitter muestra al personaje tal y como es, sin intermediaros, pero los periodistas se equivocan si confunden esto con una agencia de comunicación", advierte.

Si el 2010 fue el año de Facebook, todo apunta a que el 2011 será el de Twitter. Al margen de su poder de convocatoria para lanzar movilizaciones sociales, como las ocurridas en las últimas semanas en el norte de Africa, en la esfera política ya se ha convertido en norma dirimir puntos de vista entre adversarios pajarito va, pajarito viene.

"Twitter va a tener una presencia decisiva en las próximas elecciones", advierte Mar Monsoriu. Esta experta en redes sociales se dedica a impartir cursos sobre la materia y muchos de sus alumnos están siendo captados por los partidos para gestionar los microblogs de los políticos.