-¿Le hacen gracia los chistes de gitanos?

-Pues según el chiste. No depende del tema, sino de la ejecución y el ejemplo concreto. Lo que nunca me ha pasado es ofenderme por un chiste. Recordemos que hablamos de humor, no de una afirmación moral ni de un dato contundente ni de la opinión de una persona. Un cómico, y más cuando está en un escenario, puede soltar un chiste y no pensar en absoluto lo que está diciendo. Lo que hace es una exageración que lleva al público a darse cuenta de lo absurdo de sus palabras. Si uno pierde la capacidad lectora de olvidarse de que lo que escucha no es literal, pues claro que te puede ofender. Pero eso no es un problema del cómico, sino de que tú no estás jugando en su código. Dicho lo cual, un cómico puede meter la pata. Pero no es comparable con que alguien le amenace de muerte. En ese caso, defenderé siempre al cómico que ha metido la pata. Por cada vez que un humorista mete la mata, en otras 20 ocasiones nos ha llevado a momentos maravillosos.

-¿Cree que Rober Bodegas ha metido la pata?

-A ver, si hacemos lo que se hace ahora, que es extraer los tres chistes de su contexto, pues es normal que te ofendas. Ahora bien, vayamos al contexto, él sí se estaba riendo de los poderosos, los de arriba. En este caso, de algunos ejecutivos televisivos que no quieren hacer un tipo de humor para evitarse problemas. Ese contexto es tan importante como el chiste en sí. Si somos tramposos y queremos que linchen a Bodegas, entonces sacamos solo los tres chistes y dejamos fuera todo lo demás. Creo que lo que él busca no es ridiculizar a una etnia. Aunque, ojo, tenemos derecho a criticar actitudes de una comunidad por muy sagradas que sean. Que alguien se ofenda no le da la razón.

-Usted se ha reído del terrorismo etarra. ¿En algún momento se ha autocensurado?

-No, y eso que ETA estaba en activo, pero no existía Twitter. Qué peligro dan los linchamientos en los que miles de personas, sin ningún tipo de debate, deciden ir a por ti. Bodegas se ha disculpado, pero las disculpas no han valido. Quieren acabar con él. Me da rabia que defender a una minoría consista en tumbar chistes en su contra cuando tienes todo el año para defender a esa minoría. Ahora resulta que el humor es el enemigo. No es que critiquen tu chiste, es que quieren que tu chiste no exista.

-¿Qué hubiera hecho usted?

-Lo mismo. Soy cobarde, así que si me amenazan de muerte pido perdón y retiro el chiste. Pero, visto desde fuera, creo que es un fracaso quitar el vídeo. Es un precedente según el cual estamos acabados. Nos toca hacer piña y poner por encima de todo la libertad de expresión, más cuando se trata de humor. Teniendo en cuenta, claro está, que los límites del humor están legislados en el Código Penal, como todo.

-Lo veo dolido.

-Sí, pero quiero dejar un mensaje optimista: me alegro de que el chiste sea el enemigo de la sociedad actual. En la época de mis padres no se habrían fijado tanto en el humor. Porque había preocupaciones más graves: no había libertad de expresión.