Formación y material escolar a precios para todos los bolsillos para piratas informáticos, podría haber sido la publicidad. La empresa Seguridad Halcón Negro operó desde el 2005 sin precauciones hasta su desarticulación en diciembre pasado. Se ha sabido ahora, con Estados Unidos y China a la greña por, entre otra decena de asuntos, los supuestos ataques a Google y su amenaza de hacer las maletas del mercado más codiciable del mundo.

La academia del crimen cerrada se ha publicitado en la prensa local como "la mayor web de entrenamiento de piratas informáticos" del país. La operación, donde participaron 50 ciberpolicías, ha terminado con la detención de los tres responsables y la incautación de 1,7 millones de yuanes en bienes (unos 180.000 euros), nueve servidores web, cinco ordenadores y un vehículo en la sede principal de Xuchang (provincia de Henan).

Entre 10 y 214 euros

La compañía vendía programas troyanos, moderaba discusiones en foros e impartía lecciones en línea. Los servicios costaban entre 100 y 2.000 yuanes (10 y 214 euros), según la web del Diario Legal. Por las cuotas de sus 12.000 afiliados VIP recibió más de 7 millones de yuanes (750.000 euros). Otros 170.000 usuarios estaban registrados de forma gratuita. "Me podía bajar troyanos con los que introducirme en ordenadores ajenos. Lo hacía por diversión, pero sé que otros miembros ganaban fortunas vaciando cuentas bancarias", ha informado un afiliado anónimo al diario China Daily . "Los ataques no son muy difíciles. Muchos de los miembros son adolescentes que han dejado la escuela y se ganan así la vida. Nos enseñaban técnicas para entrar en otros ordenadores y programación".

La operación se gestó en un repentino apagón de la red que tres años atrás sufrieron los 1,2 millones de habitantes de Macheng (provincia de Hubei). Se recuperó súbitamente y las interrupciones se repitieron los siguientes días. El propietario de un cibercafé recibió un anónimo que prometía el fin de sus problemas a cambio de un software de 8.000 yuanes (857 euros). La policía detuvo al chantajista y desenredó el ovillo.

Había comprado por 500 yuanes (53 euros) el programa a Li, de 22 años, alguien parecido a un representante de ventas. Los otros dos detenidos, también veinteañeros, son programadores. La web ofrecía miles de virus diferentes. Los más avanzados incluían actualizaciones mensuales para burlar los antivirus y llegaban a los 10.000 yuanes (1.071 euros). La inversión se recuperaba a base de esquilmar cuentas bancarias. Los ordenadores dirigidos a distancia o zombis también pueden falsear los clics sobre la publicidad o atacar masivamente páginas.

No hay informáticos mejores que los chinos. Crecer en el ecosistema hostil de la censura les acostumbra a explorar las grietas. Burlar a los miles de ciberpolicías que levantan esa gran muralla cibernauta tozudamente publicitada como inexpugnable en Occidente es un juego de niños para ellos. También ayuda la escasez de oferta lúdica en la China rural, que empuja a los jóvenes a encadenarse al ordenador en cibercafés. En ese enorme magma también caben delincuentes. La industria de los programas troyanos generó 238 millones de yuanes (25,5 millones de euros) de beneficios y causó daños por 7,6 mil millones de yuanes durante el pasado 2009.

En China ya se había condenado a piratas profesionales antes por cargos como robo o revelación de secretos. Li Jun, por ejemplo, acaba de ser liberado tras haber provocado en el 2007 la alerta máxima por acceder a datos oficiales. Pero los desmanes crecientes aconsejaron la aprobación el pasado año de una reforma legal que tipificara el delito informático: los que obtengan, modifiquen o borren datos de ordenadores gubernamentales o de civiles se enfrentan a penas de tres o más años de cárcel.

China se declara inocente de los ataques masivos sufridos por Google y organismos oficiales estadounidenses y alega que es la mayor víctima de los piratas. Los expertos occidentales reconocen que la multiplicidad de servidores usados impide probar si vienen de Pekín o de jóvenes a quienes los chats y juegos en línea les aburren. La histeria desatada descansa sobre la certeza de que en las guerras venideras serán más decisivos los bits que los misiles. Y China va por delante.