¿Por qué el país que se ofrece a montar una Cumbre del Clima en tres semanas o que presenta el mejor plan para la transición energética de la Unión Europea no cuenta con un partido verde con amplio respaldo en las urnas, como sí sucede en el norte de Europa o en la Eurocámara? Spain is different, se podría contestar, por diversos motivos. En primer lugar, argumenta David Howell, responsable en SeoBirdlife, porque la democracia española es joven y el movimiento político verde hunde sus raíces, en muchos estados, en las protestas callejeras, impensables aquí durante el franquismo.

En la Transición surgieron fuerzas como Los Verdes, al calor del partido similar alemán. Pero la competencia con múltiples partidos que también se colgaban la etiqueta de ecologistas les hizo naufragar en las urnas. Su mayor éxito fueron dos diputados, en el 2004, en coalición con el PSOE. Años después, se aliaron con IU y en el 2011 surgió Equo, capitaneado por el entonces director ejecutivo de Greenpeace en España, Juantxo López de Uralde, al que la mayoría de partidos integrantes de la llamada Confederación de Los Verdes dieron su apoyo.

Equo logró tres diputados en el 2015 en confluencia con Podemos, pero en la actual legislatura, de la mano de Más País y sin Uralde -sigue en Podemos-, no tienen representación parlamentaria.

Uralde reconoce que el «voto verde es hoy cuantitativamente pequeño» en España y achaca esta situación a que la preocupación por los temas medioambientales «es baja», según los sondeos del CIS. Asimismo, culpa a la «carrera de obstáculos» que supone la ley electoral para los partidos pequeños y sin recursos. Esta norma, al igual que a Equo, penaliza al Pacma, el partido animalista, que en las generales de abril sacó su mejor resultado, 326.045 votos, superior a Bildu o Coalición Canaria, pero al estar repartidos por toda España, se quedó sin escaño.

Otro de los motivos de su escaso músculo es que, tradicionalmente, los partidos de izquierdas han asumido en España la bandera verde. «La fragmentación de estos grupos articulados como oenegés y su extrema dependencia de la izquierda ha hecho débil a estos movimientos», opina el politólogo Ismael Crespo. El director de Greenpeace, Mario Rodríguez, señala que en movimientos como el 15-M el espacio verde «ha sido ocupado» por otros.

La profesora de Ciencia Política Ruth Ferrero apunta también a que en los países del sur de Europa «prevalecen valores vinculados a la economía productivista», mientras que allí donde triunfan los verdes, «ha habido un creciente empuje de los valores vinculados al ecologismo que hunden sus raíces en los movimientos sociales de los 70».

El futuro

La situación puede cambiar a medio plazo, cuando la generación de Greta Thunberg recoja el testigo y sea decisiva en las urnas. «Ahí se puede abrir una ventana, como con el 15-M», señala Rodríguez, mientras que Howell precisa que «todo dependerá» de si los partidos tradicionales apuestan o no por «la sostenibilidad ambiental» y satisfacen el despertar de los jóvenes. La irrupción de esta joven líder en defensa del Medio Ambiente ha despertado a un buen número de seguidores en la protección del planeta.