España inicia hoy una ofensiva para poner fin a las oleadas de subsaharianos que arriban a Canarias. El Gobierno ofrecerá a su homólogo de Mauritania cuatro lanchas patrulleras para cortar la salida de cayucos desde la misma costa africana y todo tipo de ayuda destinada a crear centros de acogida gestionados por ONG. También se acondicionarán cuarteles del Ejército en las islas Canarias para alojar a inmigrantes detenidos.

El denominado Plan Urgente de Cooperación con Mauritania fue aprobado ayer por un gabinete de crisis encabezado por la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega y formado por los ministros de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, Interior, José Antonio Alonso, y Defensa, José Bono. Los secretarios de Estado de Exteriores, Bernardino León, y de Seguridad, Antonio Camacho, viajan hoy a Nuakchot, la capital mauritana, para hacer efectiva la oferta y negociar sus términos.

Interior aportará las patrulleras que, en principio, se ofrecerán sin tripulación, para que las piloten los mauritanos. Ante las suspicacias que pudiera despertar la medida, Alonso aseguró en el Congreso que se trata de embarcaciones "en buen estado", aunque reconoció la dificultad de la tarea de vigilancia.

Cualquier cosa será, sin embargo, mejor que la situación actual. El Gobierno mauritano admitió ayer que dispone sólo de una única embarcación de vigilancia costera, mientras que, acampados en las zonas costeras hay "unos 12.000 subsaharianos" a la espera de dar el salto.

Trabajo pretende, por su parte, colaborar en el establecimiento de centros de acogida gestionados por ONG en los que podría atenderse "dignamente" a esos 12.000 candidatos a la inmigración irregular hasta que no fuera repatriados a sus países. Hoy también está previsto un encuentro con estas organizaciones en la ciudad costera de Nuabidú para abordar la cuestión.

CONTROL EN EL ORIGEN El Gobierno parece haber aprendido la lección de anteriores crisis y sabe que la clave para frenar las avalanchas está en el control ejercido en el punto de partida. Cuando Marruecos desplegó sus fuerzas de seguridad en el Sáhara y en el Estrecho el flujo de pateras de Canarias y Andalucía cayó en picado. Y lo mismo ocurrió con los asaltos a las vallas.

El problema con Mauritania es más complejo porque, aunque su Gobierno quiera, le es casi imposible controlar unas costas en las que en muchos puntos ni siquiera hay accesos practicables para los vehículos.

En las costas de arribada la cuestión es qué hacer con los centenares de subsaharianos que diariamente logran desembarcar. La cumbre interministerial también aprobó un plan de emergencia para atender la avalancha en Canarias que incluye la puesta a disposición del ejecutivo canario de instalaciones de Defensa y el refuerzo de la vigilancia costera. Esta vez no se desplegará el Ejército, dijo Bono.