Dos proyectos con inversión pública y privada, uno cerca de Ponferrada (León) y otro en Puertollano (Ciudad Real), quieren ser la avanzadilla española en las llamadas de forma eufemística tecnologías del carbón limpio, es decir, los sistemas para capturar el dióxido de carbono (CO2) que expulsan las centrales térmicas y evitar así su dispersión por la atmósfera.

Los promotores de ambos proyectos confían en que las plantas experimentales funcionen en el 2009 o principios del 2010, aunque con toda seguridad pasarán varios años más hasta que alguno de los sistemas propuestos logre unos costes competitivos. EEUU y las empresas poco dispuestas a cumplir con sus obligaciones ambientales son quienes han puesto más esperanzas en estas tecnologías, pero el secuestro del CO2 es considerado una prometedora opción incluso por el IPCC, el grupo de expertos en cambio climático de la ONU.

El funcionamiento de las plantas es aparentemente sencillo, pero de compleja concreción. Cuando el carbón, el petróleo o el gas natural se queman en una central térmica para producir calor y energía, el proceso genera unas grandes cantidades de CO2 como gas residual. Se trata, por tanto, de intentar capturarlo en algún momento del proceso: justo antes o durante la combustión. Y luego, por supuesto, hay que buscarle un lugar seguro donde confinarlo, preferentemente en depósitos mineros bajo tierra.