La tuberculosis, azote del siglo XIX, vuelve a ser un problema de salud pública en España. Según el Centro Nacional de Epidemiología, la enfermedad aumenta de manera imparable desde 1990 hasta situarse en 7.500 casos en el 2003 (135 en Extremadura). Esta tasa, de casi 20 nuevos afectados por cada 100.000 habitantes, duplica las de otros países desarrollados, según datos dados ayer con motivo del Día Mundial de la Tuberculosis.

Se calcula que 10 millones de españoles han entrado en contacto con el bacilo de la tuberculosis. De ellos, según Carlos Melero, miembro de la Sociedad Madrileña de Neumología, un 5% desarrollará la enfermedad durante el primer año tras haber adquirido la infección, y otro 10% a lo largo de su vida.

Es frecuente creer que el fuerte resurgir de la tuberculosis en España está relacionado con el sida. Pero esto sólo es en parte. Según Rafael Vidal, miembro del área de trabajo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), sólo el 50% del incremento de los últimos años es atribuible al VIH. En los años 90, el 45% de las personas con esta enfermedad pulmonar estaban además infectadas por el VIH y en muchos casos al diagnóstico de sida se llegaba por el de tuberculosis. Ahora, la coinfección no llega al 20%.

"Se pensaba que la enfermedad estaba prácticamente extinguida en España y disminuyó la vigilancia. Ha habido un relajamiento en las políticas de control", advirtió Vidal. Además, según este especialista, los tratamientos son muchas veces administrados por médicos que desconocen cómo actuar.

Para Leopoldo Sánchez Agudo, jefe de neumología del hospital Carlos III de Madrid, el sistema sanitario está con la guardia baja, cuando es importante mantenerse en alerta porque es una enfermedad que imita a otros procesos, de manera que si no se piden las exploraciones necesarias puede pasar desapercibida.

Otro factor que ha influido, según indica este experto en esta enfermedad, es que por lo general el bacilo ataca a población marginada, poco dispuesta a acatar la pauta de tratamiento que exige la curación.