Funcionan como una auténtica pandilla: cuatro genes implicados en el cáncer de mama trabajan en equipo para favorecer el crecimiento de los tumores y facilitar su penetración y consolidación en los pulmones, que es la metástasis más común y una de las más peligrosas. Y para acabar con ellos hay que luchar también en bloque. EREG, COX2, MMP1 y MMP2 son unos viejos conocidos de los investigadores en oncología, pero ahora el equipo de Joan Massagué en Nueva York ha descubierto cómo se comportan, de lo que son capaces y, posiblemente lo más impactante, cómo inhibir su desarrollo: con una combinación de fármacos disponible en el mercado para otras enfermedades. Los detalles de la investigación se publican en la revista Nature.

"La desactivación de los cuatro genes de forma individual desacelera el crecimiento y metástasis del cáncer, pero el bloqueo de todos al mismo tiempo posee efectos mucho más importantes", insiste en una entrevista el investigador español, presidente del programa de Biología y Genética del Cáncer del Centro Sloan-Kettering. La metástasis es la causa principal de mortalidad entre los pacientes de cáncer.

VASOS SANGUINEOS Massagué y su equipo descubrieron en una investigación anterior 18 genes que poseen una actividad anormal asociada a la capacidad que tiene el cáncer de mama para extenderse. El estudio actual se ha centrado en los citados EREG, MMP1, MMP2 y COX2, que codifican unas proteínas llamadas epiregulina, COX2 y metaloproteinasas de matriz 1 y 2, conocidas también porque intervienen en el crecimiento y formación de los vasos sanguíneos.

Los ensayos se hicieron con roedores, "pero no fueron los tumores de un ratón, sino de un humano trasplantados a un ratón, que es un paso imprescindible", dice el científico. Los análisis revelaron que la desactivación de los cuatro genes reducía el entramado de vasos sanguíneos típico de los tumores, les quitaba fuerza. Además, los vasos sanguíneos tumorales que lograban formarse dejaban que menos células cancerígenas fluyeran a los pulmones y reducía la capacidad de metástasis.

COMUNIDAD CIENTIFICA Massagué explica que el estudio tiene implicaciones para dos comunidades diferentes: la científica y la sociedad en general. Para la primera, el artículo "representa una evidencia adicional de que el proceso de metástasis --que es la parte más grave pero también desconocida de la biología de los tumores-- puede ser analizado y entendido. No es imposible penetrar en él". Para los pacientes de cáncer, el descubrimiento "muestra que es posible derivar ideas muy concretas sobre cómo poder aplicar terapias".

Massagué dice que uno de los aspectos más destacados de su investigación ha sido comprobar que "las células que generan metástasis son atajables incluso con medicamentos que ya existen". Cuando los investigadores identifican un nuevo gen, una nueva diana contra la que desarrollar terapias, el proceso de desarrollo de esas terapias significa siempre "esperar de 10 a 15 años de pruebas, de desarrollo, y en muchos casos de fracaso".

En este caso, sin embargo, su equipo ha trabajado con medicamentos --un antiinflamatorio y otro medicamento aplicado al cáncer de colon-- que ya están en el mercado. "Ahora tenemos razón para aplicarlos de forma combinada en aquellos cánceres de mama con un riesgo elevado de reproducirse en el pulmón, riesgo que es también medible y predecible", según sus palabras.

Para que esas mismas pruebas se puedan realizar en humanos, aún pasará tiempo, aunque Massagué confía en que no sea mucho: "un par de años" de pruebas con "varios centenares de pacientes", que relativamente es poco tiempo en el mundo clínico. "Como se trata de medicamentos aprobados y muy leves en sus efectos secundarios, ya estamos en discusiones avanzadas con nuestros colegas científicos clínicos para diseñar las pruebas en pacientes adecuadas".