TEtn la película Mi vida sin mí , de Isabel Coixet , la protagonista, sabiendo que iba a morir, dejaba grabadas unas cintas para que su familia conociera en su ausencia todo lo que no les pudo decir, o mejor, lo que tendría que haberles dicho en determinadas fechas en las que ella ya no estaría presente. He recordado el largo de la realizadora catalana por lo que está ocurriendo estos días con el tratamiento que están dando determinados políticos o su entorno a los periodistas. Léase Francisco Camps, María Dolores de Cospedal o el gabinete de prensa del ministro Celestino Corbacho . Ruedas de prensa en las que no se puede preguntar, difusión de vídeos con declaraciones para evitar que se realicen preguntas o amenazas a aquellos que se saltan esa norma inventada por los políticos y su entorno de que los periodistas sólo deben acudir a los sitios para escuchar. Me parece que todo esto demuestra muy poco respeto por los ciudadanos, a los que se les impide ejercer un derecho democrático, el de estar informados. El político tiene la obligación de dar explicaciones a la sociedad y el instrumento para hacerlo es la prensa. En los últimos tiempos algunos políticos (o su entorno) han puesto de moda no dejar que se les pregunte en los actos a los que acuden, y los periodistas no escarmientan y también siguen acudiendo a ruedas de prensa que no son tales. Los medios de comunicación deberían preguntarse la razón por la que siguen participando en un juego que cada vez pinta peor para todos. Porque, y volviendo a la peli de Coixet, supongo que cuando no existe la posibilidad de que te pregunten o te pidan explicaciones es porque estás muerto.