El primer estudio de alternativas de trazado del AVE entre Zaragoza y Lleida desaconsejó ya en 1988 construir el corredor de la alta velocidad por el sur de Zaragoza y Pina por los riesgos geológicos que entrañaba la zona. El trabajo planteó una treintena de propuestas. La escogida en 1993, en obras desde 1996, era una de las tres más baratas, pero también una de las peor valoradas desde el punto de vista geotécnico.

El informe fue encargado por la dirección general de Infraestructuras del Transporte Ferroviario a Renfe, que se lo adjudicó a la consultora de ingeniería Ineco, dependiente del Ministerio de Fomento. El estudio, que incluía análisis geológicos, sirvió de base al entonces ministro de Obras Públicas y Transportes, el socialista Josep Borrell, para tomar una decisión. Esta se hizo pública en la primavera de 1993.

El documento final planteaba múltiples soluciones en los dos corredores básicos estudiados para atravesar Zaragoza y Huesca: uno al el norte, sobre el que se establecieron ocho posibles trazados, y otro al sur, con 27 alternativas y caracterizado por tener un itinerario paralelo a la autopista A-2.

MATERIALES INESTABLES

Las fuentes consultadas aseguran que el trazado actualmente en obras se desaconsejó porque obligaba a trabajar sobre terrenos compuestos por margas y yesos. Ese segundo material es inestable y tiende a disolverse con la filtración del agua de lluvia y con las corrientes subterráneas, generando la aparición de simas.

No en vano, durante la construcción de la plataforma del AVE se descubrieron varias simas y se produjeron hundimientos en el tramo comprendido entre El Burgo de Ebro y la circunvalación de Zaragoza.

Los responsables de la dirección general llegaron a solicitar informes geológicos más detallados de la opción norte del AVE ante el dictamen negativo de la alternativa sur.