Entre los detallados partes de guerra de la central de Fukushima, las filípicas a la empresa que la gestiona por sus desmanes y las tozudas aclaraciones de que la radiactividad detectada no pone en peligro a las personas, los refugiados nucleares aún esperan que el Gobierno responda a lo que más les acucia: ¿cuándo podrán regresar a casa?

Tokio respondió ayer de soslayo. La situación, dijo el portavoz Yukio Edano, "no durará días ni semanas, será más larga que eso". Eso permite una horquilla tan amplia como alcance la imaginación. Unos 70.000 japoneses que vivían en el radio de exclusión de 20 kilómetros están en refugios, a los que se añaden decenas de miles del siguiente anillo de 10 kilómetros que hicieron las maletas. Es probable que reciban los récords diarios de radiactividad con desasosiego. Muchos temen no volver. Algunos, ante esa perspectiva, han ignorado el peligro en los últimos días y han regresado a su casa a recoger sus objetos más valiosos.

La duración de la radiactividad depende de muchos factores. Por ejemplo, del material contaminante. Si es Cesio-137 y los niveles actuales doblan los límites, serían necesarios 30 años de espera. Si los cuadriplican, serían 60.

DISPERSION También influye el tipo del suelo, el clima y la extensión del territorio contaminado, asegura James Cobe, físico de la Universidad de Tsukuba. "El viento y la lluvia pueden dispersarlo y diluirlo gradualmente. Algunas cantidades acabarán en los ríos, otras se enterrarán en el subsuelo profundo y no serán peligrosas en la superficie", dice.

Y aunque se concluya que los niveles son aptos para el regreso, a los refugiados les faltará decidir cómo ganarse la vida. El Gobierno cerrará la central, que empleaba a pueblos enteros. La radiactividad ha herido de muerte la pesca y la agricultura. Un campesino se suicidó recientemente cuando comprendió que sus tierras estaban arruinadas, según la prensa local. "El pescado podría ser saludable en apenas unos meses, ya que las mareas diluyen rápidamente las partículas. La excepción son los animales que tienden a concentrar la radioactividad. Los delfines y las ballenas suelen tener mucho mercurio. Los depredadores de pequeños peces que viven cerca de la costa serían peligrosos durante más tiempo".

La tierra es más preocupante: aunque se recuperara en un "plazo mínimo de 3 ó 5 años", para muchos agricultores sería ya demasiado tarde. Las altas concentraciones de Cesio-137 la dejarían inservible durante décadas. El plutonio, miles de años.

REPUTACION PERDIDA Supongamos un idílico final de la crisis con una radiación apta para la vida y la actividad económica. Aún faltaría por vencer la reputación. ¿Quién comería hoy una lechuga de Chernóbil o Three Mile Island incluso con todos los certificados sanitarios? Japón sacraliza la seguridad alimentaria. Los japoneses aún evitan los alimentos chinos cinco años después de un escándalo de verduras en mal estado.

La jornada incluyó la reprimenda gubernamental a Tepco, la firma que gestiona la nuclear de Fukushima. Esta vez fue doble. Primero, por permitir que sus operarios se adentren en los reactores sin medidores de radiactividad. Es habitual que las estrictas exigencias de seguridad se relajen en las crisis, pero Tokio comunicó a Tepco que había superado los límites. Y segundo, por otra medición errónea. A la Agencia Nacional de Seguridad Nuclear de Japón no le cuadra un nivel de yodo reactivo en el agua subterránea de la central que multiplica por 10.000 el habitual. La firma, que revisará los datos, culpó al programa informático. "Es extremadamente lamentable. Se enfrenta a una situación grave y no está respondiendo a las demandas de la gente", aseguró la agencia.