El Evangelio de San Juan pasó por Mérida y su éxito fue rotundo. Ahora vuelve de nuevo a Extremadura, al Conventual de San Benito en Alcántara y desde hace días se encuentran agotadas las localidades. Teniendo en cuenta que estamos hablando de espacios de 2000 o 3000 personas y de un título tan inusual, no ya sólo en la programación de Mérida, sino en el ámbito general del teatro, el hecho en sí merecería alguna reflexión más allá de la banalidad con que ha sido despachado por algún sector de la crítica.

Era no sólo previsible sino incluso recomendable, ya que ello dice bien acerca de la vitalidad de la propuesta, pero cabría esperar un conocimiento mínimo del texto original sobre el que se basa el espectáculo.

Escrito entre el año 50 y 100 después de Cristo (contemporáneo, pues, de las piedras del monumento) la copia más antigua es un papiro procedente de Egipto, datado en el año 150. Nunca se ha llevado al teatro en ningún lugar del mundo. Escrito en la lengua griega que se hablaba en las colonias del mediterráneo (la Koiné) el texto es de una abstracta y elaborada belleza poética. Tanto que se ha dudado de que un humilde pescador de Galilea pudiera ser el autor.

Además del judaísmo rabínico, los estudiosos distinguen dos estratos importantes: el helenismo (mezcla de filosofía griega, estoica y neoplatónica y religión judía) y el hermetismo (mezcla de antigua religión egipcia y filosofía griega).

El filósofo español Eugenio Trias, escribió acerca de la ironía de San Juan como contrapunto a la ironía de los grandes trágicos griegos. Si entendemos el ámbito de lo grecolatino de una manera menos tópica y restrictiva, su inclusión en el ámbito del festival de Mérida quedaría sobradamente justificada.

Hoy en día se sabe que no hay nada nuevo bajo el sol y que el sincretismo y la "fusión" son la marca vital de todas las culturas del planeta. Hacer de todo ello un espectáculo musical para un actor solista ha supuesto, para mí y para todos los que han colaborado en él, cuatro años de privilegiado trabajo. Bajo el humor y el ritmo propios de la adaptación para un espectáculo teatral están las claves del Evangelio de San Juan , según la lectura que de él he hecho siguiendo al exegeta francés J. León Dufour. Los antiguos estudiosos del mundo helénico decían que "es clásica aquella obra en la que no se percibe el rastro del esfuerzo que conlleva todo proceso creador". Si no llegamos a ese grado de ´clasicismo´ sí podemos decir que, al menos, el público responde divertido y sigue el espectáculo con facilidad, pero como reza el antiguo proverbio alquímico "la estulticia duda siempre de la bondad de todo aquello que resulta cercano, sencillo, familiar y accesible".

Los artistas deberíamos estar dispuestos a aprender de la crítica, pero para arrogarse al magisterio de la crítica es preciso fundamentarla sobre el análisis y el estudio previo de los textos sobre los que se realizan los espectáculos.