El cielo es un lugar reservado para unos pocos elegidos. Sólo unos cuantos llegan a tocarlo y para ello necesitan de toda la destreza que les pueda proporcionar sus condiciones físicas, psíquicas e intelectuales. Eso es lo que ya seguramente haya conseguido el neozelandés Mark Inglis, que se ha convertido en la primera persona en coronar el monte Everest con dos piernas ortopédicas.

Según la cadena TNVZ, Inlis alcanzó la cima más alta del mundo, situada a 8.848 metros sobre el nivel del mar, el lunes por la noche. Inmediatamente, nada más culminar su proeza, tomó el teléfono satélite y mantuvo una breve charla con su mujer, Anne, para narrarle su experiencia.

La vida de este alpinista de 47 años sufrió un gran giro hace algo más de 20 años. En 1982, cuando era un guía de montaña, los médicos tuvieron que amputarle las dos piernas por encima de la rodilla para salvarle la vida. Inglis había pasado 14 días atrapado en una cavidad de hielo en el monte Cook, localizado en Nueva Zelanda y de 3.754 metros de altitud. El revés fue duro, porque amenazaba con privarle de su gran pasión, pero Inglis se propuso demostrar a la humanidad que la capacidad del hombre depende más de la fuerza de voluntad y el espíritu de superación que de las limitaciones físicas. Así, en el 2002, con dos prótesis especiales construidas con la última tecnología, pudo sacarse aquella espina, escalar el Cook y coronarlo. Después, hizo lo propio con la cumbre del Cho Oyu y finalmente decidió retar al gran coloso del planeta, el Everest.

El pasado 1 de abril Inglis llegó al Tibet y pasó una semana de aclimatación antes de emprender una epopeya que, según su mujer, "es algo con lo que ha estado soñando durante años" . No obstante, el camino no ha estado exento de dificultades. Según algunos medios de comunicación locales, el montañero sufrió un leve percance a unos 6.400 metros de altitud, cuando se le descoyuntó una de las prótesis, diseñada en fibra de carbón. Inglis pudo solucionar temporalmente el problema y reunirse con sus compañeros de escalada, con los que se dirigió al Campo 2 (a 7.500 metros), donde consiguieron ajustar la pieza.

Su esposa afirma que pudo completar la ascensión sin más contratiempos y regresó en buenas condiciones al Campo 4 en compañía del grupo.

Toda Nueva Zelanda celebró ayer la gesta de su alpinista, que a partir de ahora ocupará un puesto en el libro de honor de este deporte junto a otro compatriota suyo, Edmund Hillary, que en 1953 se convirtió en el primer ser humano en pisar la mítica cima. Además, su nombre se sumará al de las más de 1.300 personas que ya han alcanzado el llamado techo del mundo .