THtace un par de años supe de la existencia de un conseller catalán llamado Bargalló que no usaba corbata. Me pareció interesante que alguien se atreviese a poner en duda una prenda que no abriga en invierno y molesta mucho en verano. Siempre he pensado que cuando alguien se quita la corbata, en el fondo, se nos hace más cercano y se humaniza. Fue precisamente hace dos años que vi por primera vez a Lula enfrascado en un traje gris y encorbatado. Al instante me di cuenta de que el sindicalista no había tomado el poder sino que el Poder (con mayúsculas) se había adueñado de Lula. Ya había ocurrido con Joschka Fischer , el líder alemán de Los Verdes al que sus propios correligionarios mancharon su carísimo traje con tinta roja tras su apoyo a los bombardeos de Serbia.

Mientras tanto Evo Morales ha llegado a Madrid, se ha reunido con engominados empresarios y se ha paseado por los palacios sin desprenderse de su suéter de tonos granates y azules. No sé si dentro de un par de años tendré que escribir contra un líder corrupto y traidor a las causas de los pobres indígenas del Altiplano, pero hoy me reconforta ver que allí donde cayó el Che renace un intento de hacer política sin olvidarse de sus orígenes y junto al pueblo. Evo no lo tiene fácil para lograr que las inmensas riquezas naturales de su país reviertan en una población olvidada y maltratada. De momento ha optado por no disfrazarse de político occidental a la vieja usanza, que no es poco. Esperemos que siga llevando jersey y que no acabe como chaquetero. http://javierfigueiredo.blogspot.com