Fertilizar los mares con hierro para que aumente la retención de dióxido de carbono (CO2), construir grandes sombrillas espaciales que reflejen la radiación, regar la atmósfera con azufre y otras ideas de geoingeniería futurista más o menos peregrinas, muy en boga en determinados círculos estadounidenses, no convencen en absoluto al IPCC, el grupo de expertos en cambio climático a las órdenes de la ONU. Los científicos, que a partir de mañana celebran en Bangkok (Tailandia) una nueva cumbre, esta vez dedicada a la mitigación del problema, lo tienen claro: frenar el calentamiento planetario pasa obligatoriamente por reducir la quema de combustibles fósiles.

La única opción de ingeniería que les merece cierto interés es la captura del CO2 mediante dispositivos especiales, los árboles artificiales, y el posterior confinamiento del gas bajo el lecho marino u otro emplazamiento estanco. En cualquier caso, el IPCC dice que tienen un potencial "significativo de aquí a una veintena de años". Aún no.

Las conclusiones se leerán el viernes, pero el texto previo ya propone políticas para bajar la emisión de gases.