La posibilidad de dar un cachete o un azote en el culo a los hijos sin que ello sea punible desde el punto de vista legal goza de un aparente consenso entre los expertos en materia educativa. Nadie aboga por emplear la violencia física con los hijos, pero tampoco por eliminar el bofetón de las prerrogativas que el actual Código Civil concede a los padres, algo que el Gobierno, a iniciativa del anterior ministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar, había logrado que aprobase el Congreso y el martes vio rechazar en el Senado.

El catedrático de Pedagogía de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Jaume Sarramona forma parte de la legión de expertos que consideran que el castigo físico, "como principio general, es reprobable, pues no produce beneficio alguno y humilla tanto al que lo aplica como al que lo recibe". Pero, de igual modo, cree que "considerar que propinar un cachete a un pequeño de 2 años durante una rabieta puede ser sancionable limita con el ridículo".

La psicóloga y psicoterapeuta Magdalena Gayà es partidaria de que los padres "pongan límites ante una situación que se ha desbordado o está fuera de control, aunque sea dando un cachete". Y asegura también que "no hay nada peor para un niño que unos padres de manual". Opina que "más grave es desentenderse" de lo que sucede y aboga por hablar con los hijos ya calmados y, si es necesario, "disculparse o reflexionar" a posteriori, si ha habido un bofetón de por medio.

El profesor y escritor David Rabadà sostiene que la mayoría de enseñantes piensa "que un cachete paterno en un momento determinado puede ser útil".