La normativa europea que limita los líquidos en los aviones en pro de la seguridad se decidió con "nocturnidad y alevosía" y con "precipitación", según declaró a este diario Alberto Navarro, secretario de Estado para la Unión Europea.

Esa norma --que prohíbe llevar en el equipaje de mano botellas de más de 100 mililitros, hasta un máximo de 500-- es ineficaz, según expertos independientes, además de cara y engorrosa para los pasajeros, que asisten diariamente a escenas surrealistas: puestos de control que parecen ultramarinos (botellas de alcohol, bombones con licor...); madres obligadas a despertar a sus bebés para darles de beber el agua del biberón y demostrar así que no es explosivo líquido, y personas indignadas al ver cómo su crema antiarrugas de 60 euros se queda en tierra son solo algunas de las postales habituales en los aeropuertos de toda la Unión Europea.

La normativa se empezó a aplicar en otoño, después de que, a mediados del pasado agosto, el Reino Unido informara de que había frustrado un plan terrorista para hacer estallar 10 aviones con explosivos líquidos en vuelos que cubrían el trayecto entre ese país y EEUU. El Gobierno de Londres presionó entonces a los estados europeos para imponer estos límites, que aplicó en primer lugar el país norteamericano.

ESPAÑA VOTO A FAVOR El secretario de Estado lamenta que esa decisión se tomara por técnicos del Comité de Seguridad de la Aviación Civil y no se consultara a la Eurocámara, pese a que afecta a millones de personas cada día. España votó a favor de la limitación de líquidos, mientras que Italia, Irlanda y República Checa se pronunciaron en contra por considerarla desproporcionada. Además de con urgencia, esta negociación del comité se hizo con un secretismo inusual. La Comisión Europea arguyó que debía fiarse de las informaciones de las autoridades británicas, que alertaron de la imposibilidad de detectar los explosivos líquidos con las máquinas que actualmente se tienen en los aeropuertos.