Luis Ruiz de Gopegui, el físico español que contribuyó desde la estación de seguimiento de Fresnedilla de la Oliva (Madrid) al éxito de la misión Apolo 11, murió ayer a los 90 años de edad. En su cuenta de Twitter, el ministro en funciones de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, se despidió de este investigador: «Nos vimos bastantes veces en mis años de actividad espacial y él siempre fue un entusiasta, un divulgador y una autoridad a la vez».

Ruiz de Gopegui, también ingeniero electrónico, nació el 18 de febrero de 1929 en Madrid y, terminados los estudios de Bachillerato en el colegio del Pilar, cursó la carrera de Ciencias Físicas. Enseguida comenzó a trabajar en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), organismo en el que investigó durante los quince primeros años de su vida profesional.

En 1954 hizo un paréntesis en sus investigaciones al conseguir una beca para estudiar en la Universidad de Stanford, California, donde realizó un máster de Ingeniería Electrónica, especializado en comunicaciones.

A su regreso a España continuó su colaboración con el CSIC, hasta que en 1966 ingresó en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), expresamente vinculado a los programas espaciales de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA).

PRIMERAS SEÑALES / Cuando en 1969 la misión Apolo 11 llegó a la Luna, Ruiz de Gopegui era director del centro espacial de Fresnedillas de la Oliva, una estación de seguimiento de la NASA situada a unos 55 kilómetros de Madrid; las primeras señales del alunizaje llegaron a esta estación madrileña.

Durante la semana que duró la misión, tres estaciones espaciales se fueron pasando el relevo, con intervalos de ocho horas cada una para garantizar la observación las 24 horas del día; en la de Madrid fue donde se escuchó: «Houston, aquí base tranquilidad. El águila ha aterrizado», la frase que pronunció Neil Armstrong cuando el Apolo 11 pisó la Luna.