La decisión del Supremo de Italia de autorizar la muerte de Eluana Englaro, la mujer de 37 años que desde 1991 está en estado vegetativo por culpa de un grave accidente de tráfico, va camino de derivar en una especie de pequeño cataclismo entre italianos. El fallo, que permite al padre desconectar el sistema de alimentación artificial que la mantiene viva, ha soliviantado de inmediato al Vaticano, ha reavivado el debate sobre la necesidad de una ley sobre el testamento vital y ha llevado a las monjas que la cuidan a decir que para ellas está viva, lo va a estar siempre y por ello están dispuestas a atenderla gratis y por el tiempo que haga falta. Esto es Italia.

"Dejar de dar alimento a Eluana equivale a cometer un asesinato, significa dejarla morir de hambre y de sed, es condenarla a un final monstruoso", lamentó ayer el presidente del Consejo Pontificio para la Salud, Javier Lozano Barragán. La Iglesia ha hecho una oposición activa y celosa de lo que considera legalizar el derecho a la muerte desde que, en agosto, el Tribunal de Apelaciones de Milán falló a favor del padre de Eluana, y sin embargo ayer sorprendió con una propuesta a favor de crear una ley sobre el testamento vital, extraño rayo de luz en medio del vendaval de descalificaciones. Según los obispos italianos, el Gobierno debe presentar una propuesta de ley con objeto de buscar "el equilibrio entre tener viva a una persona a toda costa y la eutanasia, que es poner fin a una existencia".

Y en eso están de acuerdo todos, o casi todos, en un país que ayer se levantó no solo para escuchar la propuesta misericordiosa de las religiosas sino lo que casi cada político tenía que decir al respecto. El padre de Eluana busca un sitio donde llevar a su hija para que pueda morir en paz, y discretamente, y mientras tanto la sociedad es un hervidero de opiniones encontradas, con media Italia a favor de su actuación y la otra, en contra.

"NO ES EUTANASIA" Más o menos en línea con lo expresado por los obispos, el exministro de Sanidad Umberto Veronesi trazó la línea que permite distinguir una eutanasia de lo que Giuseppe -- el padre de Eluana-- se propone hacer. Básicamente, dijo, no es eutanasia porque ella no lo pidió. Pero eso a los que critican al padre les importa poco, y la derecha ha llegado a pedir una ley que prohiba expresamente suprimir la alimentación de una persona. Una ley, dijo Maurizio Ronconi, integrante de la Unión de Demócratas Cristianos y de Centro, "que salvaría a Eluana y se utilizaría como decreto puente para favorecer la creación de una ley sobre el testamento vital". En eso, no sobra repetirlo, hablan todos la misma lengua.

La tormenta era predecible. Ya en agosto el Parlamento se opuso al fallo del tribunal de Milán con el argumento de que antes había que legislar.