El príncipe Felipe aprovechó ayer la tribuna privilegiada de los premios que llevan su nombre para pronunciar un discurso en el que se mostró sensible con el principal problema de los españoles: el paro. "Hiere nuestra dignidad como seres humanos y constituye nuestra principal preocupación", dijo.

Felipe habló de una "encrucijada" que evidencia la necesidad de encontrar "nuevas bases para crecer y generar empleo", y un poco al estilo de Kennedy y su famoso discurso de aceptación de la presidencia ("no preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregunta qué puedes hacer tú por él"), soltó la siguiente arenga: "Hagamos ese camino sin esperar que sean otros los que resuelvan lo que a nosotros nos corresponde afrontar".

El Príncipe habló no solo de lo que hay que hacer, sino que también expresó la confianza que tiene en que, a pesar de la situación difícil, los españoles sabrán salir de la crisis. "Las mayores esperanzas y también los mayores logros nacen de las más grandes dificultades --destacó--. España ha demostrado con creces en las últimas décadas cómo superar de forma ejemplar múltiples retos, y tengo plena confianza en la capacidad de los españoles para construir un futuro más sólido y equitativo, de prosperidad y bienestar, que todos anhelamos". Todo ello, remató, se logra con "espíritu constructivo", "confianza" e "ilusión".

UNA REVISION A FONDO No fue el único que sacó a relucir la crisis. El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Ramón Narro, más o menos en la línea del Príncipe, afirmó, en su discurso, que la crisis "requiere una revisión a fondo" de los valores que se transmiten a los jóvenes, y en tono reivindicativo añadió: "Aprovechemos la oportunidad que nos ofrece el fracaso del sistema financiero para proponer nuevos esquemas de desarrollo que permitan a los jóvenes recuperar la esperanza en un futuro alentador. El desafío es alcanzar un progreso en el que lo humano y lo social sean lo que de verdad importe".

Y así como el galardonado en Comunicación y Humanidades lamentó que 800 millones de personas "no sepan leer ni escribir" en un mundo donde la educación superior es reconocida como un derecho fundamental, la directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) --premio a la Cooperación Internacional--, Margaret Chan, recordó que es el mismo mundo en el que miles de personas no gozan aún del derecho a una atención sanitaria adecuada.

Estaba, por fortuna, el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, quien dejó claro que a veces las cosas pueden ir mejor. La capital alemana, galardonada con el premio a la Concordia en el 20º aniversario de la caída del Muro, era hace poco más de medio siglo el núcleo de "la criminal guerra mundial", recordó, y hoy es un ejemplo de ciudad abierta, moderna y tolerante.