Hace pocos días tu ausencia se ha hecho latente entre nosotros y eso hace que renazcan recuerdos que creíamos olvidados. Siempre me han educado en la creencia al respeto y siempre me ha resultado sencillo porque en mi familia he tenido varios referentes en los que fijarme, mis abuelos, mis padres, mis tíos- y así crecer como persona. Una de esas guías a seguir eras tú, abuelo. De pequeña quería ser como tú porque veía lo que viajabas y la de sitios que visitabas, sitios que a mi corta edad ni siquiera sabía de su existencia. Con el paso de los años y la madurez haciendo mella en mí, fui viendo tu tesón y tu capacidad de superación, percibía detalles tanto en lo profesional como en lo personal que no veía en otras personas lo cual poco a poco hizo que naciera en mí una profunda admiración y que a día de hoy perdura y perdurará. Quizás siempre di por hecho que lo sabías y nunca te lo dije y con esa duda sólo me queda suponer que conocías de esta devoción, de la inspiración que suponía cada cosa que hacías, cada nuevo idioma que aprendías o cada nuevo éxito que cosechabas; todo ello iba fraguándose en mí para no dejarme caer e intentar tener ese afán de superación. Todo lo dicho en estas líneas serían letras vacías si no dijera que en el plano personal eras una persona llena de bondad, educación, saber estar y con mucha clase, enmarcado en la humildad que te caracterizaba, lo que se resume en que eras una persona intachable. Podría dedicar párrafos enteros a alabanzas, pero cualquiera que te conociese sabe que me quedaría muy corta. Por eso, abuelito, a mis 28 años, sólo me queda decir que mi mayor homenaje es que quiero ser como tú!

Siempre contigo!

Rocío Camisón Barrera