Hace ya unos días que te marchaste y aún no me hago a la idea de que ya no estés entre nosotros, pues una penosa enfermedad que por supuesto no te merecías, acabó con tu vida y tus ilusiones; echo de menos tus llamadas y tus consejos, y es que para mí eras algo más que un amigo, eras mi confidente, mi colega, quien sabía frenar mi ímpetu verbal en las reuniones de seguros, y el que me sabía echar un capote a tiempo.

Quiero recordar tu cacereñismo, porque llevabas a Cáceres en lo más hondo de tu corazón, (no en vano naciste en la cacereñísima calle de Caleros), te hacías socio de todo lo que llevara el nombre de Cáceres, el Cáceres de baloncesto, el Cacereño de fútbol, el Club Taurino Cacereño, y salías en defensa de tu ciudad en cuanto alguien la atacaba, como lo demuestran las numerosas cartas que enviabas a este periódico, siempre dentro de una crítica constructiva. Por cierto que en una de mis últimas visitas, ya muy enfermo, me enseñaste una carta que tenías escrita para mandar al periódico, defendiendo la autovía Cáceres-Badajoz, y no te dio tiempo a enviar, pero merecía la pena que se publicara porque no tenía desperdicio. Amabas tanto a tu ciudad que hiciste un curso sobre la historia de Cáceres para poder enseñar la Ciudad Monumental a los visitantes y explicarles la historia de Cáceres con todo el orgullo de ser cacereño.

Querido Felipe, descansa en paz. Muchos te echaremos de menos. Desde estas líneas, quiero pedirle a nuestro ayuntamiento que tenga en cuenta el nombre de Felipe Criado Muriel para una de las nuevas calles de la ciudad, pues por el amor demostrado a Cáceres bien se lo merece.