TYta está ahí el tiempo del jolgorio y el rebujito. Entre finales de mayo y finales de junio, Extremadura se llena de guirnaldas de luces, farolillos, norias y pinchos morunos. Ya están ahí las ferias, cada una con su personalidad. En Plasencia, lo que se estila es tomar las cañas al mediodía en la plaza Mayor y pasar la noche en el ferial. En Badajoz, lo que gusta es la feria de día en el centro y la feria hasta la madrugada en el recinto de la avenida de Elvas.

En Cáceres es distinto. En Cáceres, en realidad, no se va a la feria, sino que se vive en la feria, en las casetas, desde el mediodía hasta el chocolate con churros del amanecer. Es natural entonces que las noticias en cada sitio se centren en lo que importa. En Plasencia, por ejemplo, el debate estaba en si los bares podrían sacar barras y altavoces a la plaza Mayor. Al final, habrá barras y bafles, aunque a bajo volumen cuando pasen las charangas.

En Cáceres, los bares de la plaza Mayor quisieran tener la misma suerte que sus colegas de Plasencia y están intentando organizar una feria de día con barras callejeras, orquestas y atractivos, pero donde está el meollo es en las casetas. Me cuentan que dejan tanto dinero que este año empresas que llevan las mejores casetas de la feria de Almería vienen a Cáceres al olor de los millones. Sé que al menos la caseta El Redoble , una de las que mejor daban de comer servida por un cacereño, será llevada por una empresa almeriense que, a cambio de un canon, se encarga de todo: decoración, mobiliario, actos... En fin, Cáceres y olé.

*Periodista