Todo Madrid estaba anoche en la verbena de La Paloma, una fiesta que, con el tiempo, se ha ido alejando del casticismo madrileño para convertirse en una celebración al uso entre los pocos jóvenes -y los que no lo son tanto- que quedan en agosto en la capital.

Los tradicionales mantones de manila, las gallinejas y los entresijos, los barquillos... Todo lo que representaba el 'madrileñismo' es ya una simple anécdota, apenas símbolo de una generación tradicional y anticuada, opinan los más jóvenes.

Pocos de éstos continúan con la tradición de vestirse de 'chulapos' y 'manolas' y, aunque algunos tratan de que su generación no pierda esta costumbre, resulta evidente que no tiene la aceptación de antaño.

Otro de los símbolos de la verbena de La Paloma, el chotis, casi ni suena en los altavoces que cada bar saca a la calle y es sustituido por los acordes de una música mucho más actual que, a tenor del ambiente que anoche se respiraba en las calles de la Latina, gustan mucho más que el tradicional repertorio musical.

Eso sí. Las calles más concurridas -Calatrava, por ejemplo- se siguen engalanando con imágenes de la patrona del barrio, guirnaldas, farolillos y demás objetos festivos.

Asimismo, las asociaciones y agrupaciones tratan a toda costa de mantener las tradiciones. De eso sabe mucho la agrupación de madrileños y amigos 'Los Castizos', que con más de un centenar de socios cada año monta su caseta en la Plaza de la Paja, uno de los núcleos de la fiesta.

"Cuando vayas a Madrid chulapa mía..." sonaba al final de la tarde en los altavoces de la caseta, en la que los pocos madrileños que todavía saben bailar chotis se afanaban, con sus trajes tradicionales, en exhibir su casticismo por los cuatro costados.

El presidente de la Agrupación, Luis Alonso González, no oculta a Efe su interés por "mantener las tradiciones" y asegura que 'Los castizos' hacen "todo lo posible" para atraer a la juventud. De hecho, en la asociación "hay bastantes niños y adolescentes", subraya.

"Tenemos que defender nuestra cultura", afirma Alonso, antes de reiterar la importancia de asociaciones como la que preside a la hora de "recuperar y mantener" las fiestas tradicionales.

A pesar de no tener ayudas por parte de las instituciones, 'Los Castizos' continúan con su labor, que en palabras de su presidente, es "demostrar a la gente que Madrid es un pueblo, grande pero pueblo".

Son muchas las personas que se acercan hasta su caseta, algunos a preguntar por las actuaciones y otros a tomar algo, y parece que no ha ido mal, según apunta Alonso, ya que, "a pesar de la crisis, está siendo un año bueno".

El cambio de fechas de los festejos, que habitualmente solían finalizar el día 15 y que este año se han retrasado para coincidir con el fin de semana, es otra de las ventajas para los quiosqueros y hosteleros que, de momento, valoran positivamente las fiestas.

La noche de ayer, que tradicionalmente solía ser la más importante a nivel de afluencia, volvió a serlo y, un año más, el barrio de la Latina se llenó de personas que celebraron una fiesta que, con el paso de las horas, se alejaba de la tradición.

Bailarinas subidas en las barras que los bares habían montado en la calle se mezclaban con imágenes de la Virgen de la Paloma, al mismo tiempo que los jóvenes disfrutaban del también tradicional 'botellón' dispensado por los vendedores ambulantes que 'patrullaban' las calles.

Mientras la verbena se convertía en una celebración habitual de fin de semana, los 'chulapos' y 'manolas' abandonaban el lugar para descansar y preparar una intensa jornada matinal, a la que los que bailaban y saltaban al ritmo de la música, difícilmente iban a asistir.

Hoy la Virgen de Paloma, que para el que no lo sepa es una imagen pintada en un cuadro, recorrerá las calles del centro de la capital después de que los bomberos del Ayuntamiento hayan bajado el cuadro.

Quizá los resacosos lleguen a tiempo a la procesión (20.00 horas), otro acto que cada vez cuenta con menos adeptos. De momento, la tradición se mantiene en Madrid. ¿Hasta cuándo?.