Concluyó la Feria de Mérida con la corrida de rejones, en la que intervinieron dos rejoneadores locales, Juan Carlos Jiménez y Luis Miguel Correa, y dos jóvenes portugueses: Marcos Bastinhas y Francisco Palha. Para la ocasión se eligió una corrida de encaste Atanasio y con el hierro de Ramón Flores, que, salvo el quinto, no buscó la querencia de las tablas, sobresaliendo el lidiado en primer lugar.

Ese animal que abrió plaza tuvo un gran tranco y nunca volvió la cara. Antes por el contrario, acudió solícito allá donde le citaba Juan Jiménez y conservó su celo hasta el final. El rejoneador le correspondió con una buena faena en la que clavó con profusión en los medios, batiendo al pitón contrario. También lució en las cortas pero estuvo premioso con el descabello, por lo que se esfumaron los trofeos.

El segundo de la tarde correspondió a Correa y fue un astado reservón y distraído de salida. Medía al rejoneador pero Correa le hizo ir a más en el tercio de banderillas. Allí lució un torero a caballo que buscaba los medios para clavar, sobrio en las preparaciones y en los remates, llegando al astado y siempre haciendo las cosas con torería. Clavó dos pares de banderillas a dos manos y las cortas fueron el colofón de un buen y muy meritorio tercio de banderillas por las condiciones del astado, al que entendió muy bien el caballero. El rejón de muerte quedó muy defectuoso, trasero, muy caído y atravesado, por lo que el premio quedó en una oreja.

La lidia del tercer toro correspondió a Marcos Bastinhas, y era un animal con cuajo y kilos, que no se empleó en el primer tercio pero despertó tras dos rejones de castigo en los que Bastinhas iba de frente. Era ese el clásico planteamiento del toreo portugués en el que las ventajas son para el animal cuando el caballo da el pecho al toro y va con gallardía de poder a poder. Aguantaba el cavaleiro para clavar y la batida al pitón contrario era en un palmo de terreno, por lo que había emoción. No acertó Bastinhas con el rejón de muerte y dio la vuelta al ruedo.

El cuarto no dio facilidades pero tuvo la virtud de permitir toda su lidia en los medios. Francisco Palha brilló en diversas fases y tuvo la virtud de clavar siempre en todo lo alto, ya desde los dos rejones de castigo. Sorprendió la belleza del rejoneo y la pureza de este joven torero a caballo, tratando siempre de clavar en los medios y toreando con lentitud, para concluir con las cortas, sueltas las riendas. Acertó a la segunda con el rejón de muerte y paseó un trofeo.

El triunfalismo llegó con las colleras, que creíamos desterradas pero que ayer resucitaron. Juan Carlos Jiménez y Bastinhas fueron por delante y en diversas fases se entorpecían uno a otro. Muchas fueron las ganas de agradar y lograr el triunfo que se había escapado antes con el rejón de muerte y el descabello, especialmente por parte de Jiménez, quien acertó ahora y pasearon dos orejas tras dar cuenta del animal.

El sexto también fue un buen toro y Correa y Palha llevaron a cabo una lidia medida, sin abusar del animal. Cada uno dio lo mejor de sí mismo, y sobresalieron la elegancia de Correa y la pureza de Palha.