El principal acusado por la tragedia del Madrid Arena, el promotor Miguel Ángel Flores, ha eludido este martes cualquier responsabilidad en su declaración en la segunda jornada del juicio. Ni hubo sobreventa, ni el pabellón estaba saturado, ni él tenía ninguna potestad sobre el operativo de seguridad, ha asegurado. La causa de la muerte de cinco jóvenes fue que "el recinto no está preparado para espectáculos con el publico de pie", ha dicho y ha añadido en tono de advertencia: "antes no lo sabía, ahora sí, y por eso lo denuncio, para que no vuelva a pasar".

Flores ha declarado entre compungido y humilde durante más de cuatro horas, pero se ha negado a responder a las preguntas de las acusaciones particulares de los familiares de las víctimas y a las acusaciones populares. La fiscal Ana Muñoz le ha sometido a un torbellino de preguntas sobre la venta de entradas al que ha respondido con algunas contradicciones y más de una laguna. "No cuadran las cuentas", le ha reprochado la representante del ministerio público. Él sostiene que solo se vendieron 9.650 mientras que los informes policiales hablan de 23.000.

SIN CANDADOS

La enorme diferencia la ha justificado en un supuesto "error de la policía", que contabilizó como vendidas las 17.500 que se imprimieron, cuando en realidad solo se vendieron físicamente 5.600. El resto lo fueron por internet. Cuando la fiscal le ha recordado que en el interior de las urnas del pabellón se hallaron más de 10.000, lo ha atribuido a que "fueron manipuladas". "Dos de las urnas estaban cerradas con bridas y no con nuestros candados", ha precisado.

"¿Por quién?", ha querido saber, sorprendida, la presidenta del tribunal. "Los que las custodiaban eran de Securtec y Madritec", ha respondido. Esta última es la empresa municipal que gestiona el recinto y la otra la responsable de la seguridad. Los directivos de ambas están también sentados en el banquillo.

Preguntado sobre donde estaba en el momento en que ocurrió el suceso, el promotor ha explicado que en el palco VIP y ha asegurado que desde allí pudo observar que el recinto "no estaba saturado". "No podían haber más de 10.000 personas", ha aventurado pese a reconocer que su ángulo de visión le impdió percatarse del suceso. "Me enteré cuando me avisaron de que bajará a la enfermería y allí me encontré a las pobres niñas fallecidas". Su reacción fue en ese momento de abatimiento y en ningún momento se le pasó por la cabeza de que fueran a culparlo. Por eso le parece fuera de lugar que le acusaran de "esconder las urnas".