La historia de Josep Oriol Badell parece sacada de un cómic de Marvel, pero es real. Y especialmente dura. Tiene 55 años y desde hace cuatro padece una enfermedad muy poco conocida, denominada hipersensibilidad electromagnética, que le ha llevado a emprender una cruzada en solitario en pos de defender sus derechos.

En el 2003 presentó una demanda de incapacitación laboral que el Juzgado de lo Social número 2 de Barcelona desestimó en mayo. La sentencia, sin embargo, reconoce la existencia de su enfermedad: "El juez afirma que padezco electrosensibilidad, pero en un grado moderado que, según el fallo, me permite trabajar. Teniendo en cuenta que empecé de cero, convenciendo casi a mi familia, es un avance muy significativo", dice Badell, que ha recurrido al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.

La simple exposición durante unos minutos a los campos electromagnéticos que crean las televisiones, los electrodomésticos o los móviles le provoca desde temblores y sofocos a taquicardias, hipertensión e insomnio. "Hay momentos que en los que mi vida es insoportable", afirma.

Las acciones más cotidianas del día pueden convertirse, en su caso, en un infierno: "He de hablar por teléfono a medio metro de distancia del auricular. No puedo conducir y en el autobús he de pedir que apaguen el aire acondicionado y los fluorescentes".

Cuando sufre una crisis le quedan pocas alternativas al margen de esperar o "ir a la playa más próxima y enterrar las manos y los pies en la arena. Siento como si me estuviera descargando", indica.

Desde que empezaron los problemas ha cambiado seis veces de casa --ahora vive en la Barceloneta-- y ni siquiera encuentra alivio en el campo: "Tengo una casa en un pueblo sobre una colina, pero está rodeado de antenas de telefonía móvil y sólo puedo conciliar el sueño dentro de la bodega".

Antenas de los móviles

Este último punto es, según su versión, el causante de su pesadilla: "Todo empezó cuando instalaron unas antenas que estaban ubicada a la misma altura de mi habitación. Otros vecinos, e incluso mi mujer, sufren desde entonces diferentes enfermedades", dice.

Su enfermedad está reconocida por la OMS, pero en España sólo existen dos o tres casos acreditados.