TNto parece posible encontrar a alguien que no hable en términos superlativos del barcelonismo de Manolo Escobar. "Por favor, destaque usted que era un culé de los de verdad, no de pose", sugiere Ferran Olivella (Barcelona, 1936), bastión de la defensa del Barça de los años 50 y 60, y capitán que levantó la Eurocopa de 1964 con la selección. "Era muy amigo de todos, una persona muy querida", dice el exdelantero Justo Tejada (Barcelona, 1933) con la voz afligida por la pérdida. "Un gran amigo y un gran culé. Diría que demasiado fanático y todo", explica Josep Maria Fusté (Linyola 1941), uno de los que mantenían una relación cercana con el cantante que llegó de El Ejido en plena posguerra y, con las raíces echadas en el barrio badalonés de La Salut, apresó como propia la causa azulgrana, ya para toda la vida.

"El iba a los partidos siempre que podía. Yo me lo encontré en la final de Atenas contra el Milán, en la grada. Lo vi por última vez en Navidad. Era un hombre muy agradable", atestigua Olivella, uno de los veteranos con los que Escobar mantenía la piña junto a Fusté y Luisito Suárez. También había estado muy unido a Chus Pereda, fallecido hace dos años.

Tejada cuenta que coincidió con él en un programa de Radio Nacional que presentaba Federico Gallo. "Llevaba siempre a un artista y a un futbolista, y allí nos conocimos Manolo y yo. Luego siempre mantuvimos relación. Eramos casi de la misma edad, él tenía 82 años, yo tengo 80. Una vez fuimos a jugar un partido de homenaje a su familia en Badalona". "Recuerdo --continúa Tejada-- que lo llevé yo al funeral de Julio César Benítez", el defensa uruguayo fallecido a causa de una misteriosa intoxicación en la plenitud de su carrera, a los 27 años, en 1968.

Manolo Escobar había estado en las últimas grandes finales europeas, en París en el 2006, en Roma en el 2009, en Wembley en el 2011, y sí, era un forofo de los de ver todos los partidos y hacer la quiniela cada semana. "¿Que si entendía de fútbol? Es que en el fondo nadie entiende. Cada uno lo ve a su manera. El era muy fanático", requiebra Fusté.

El artista almeriense vivió un baño de masas con la Roja en Madrid, en la fiesta por el título de Sudáfrica. Pero lo pasó mal aquel día. Estaba de posoperatorio y, arrastrados por la euforia, los campeones lo mantearon. "¡La madre que los parió! Mientras iba volando y cantando Y viva España , les decía: '¡Que estoy enfermo!'", dijo en una entrevista.

Y presumía de su antigüedad como socio del Barça, de su número de carnet "nueve mil y pico. Más antiguo que el suyo", le soltó al presidente Rosell cuando le impuso la insignia de oro y brillantes del club. Se trataba de restituir la que le habían robado unos ladrones en su chalet Porompompero, en su querido Benidorm, donde murió. ELOY CARRASCO