Las familias con tres o cuatro hijos son ya moneda corriente en Francia. Pese a la crisis, el país vecino se mantiene en la cabeza de la natalidad con 828.404 nacimientos registrados en el 2008, un 1,2% más que en el 2007, cuando las francesas se proclamaron campeonas de la maternidad con las irlandesas como únicas rivales. Las últimas estadísticas elaboradas por el Instituto Nacional de Estudios Demográficos (Ined) consolidan a Francia como el país europeo con más descendencia y una mayor tasa de fertilidad: una media de 2,07 hijos por mujer, muy por encima de España, con una tasa de 1,46 , pese a que este ha sido el valor más alto alcanzado desde 1990.

Si al otro lado de los Pirineos se empieza ha hablar de baby-boom no es por casualidad. La mayor tasa de natalidad registrada desde hacía 30 años en Francia no se debe a que las francesas tengan un instinto maternal más desarrollado que el resto de las europeas. La razón hay que buscarla en la economía familiar. La política del gobierno hace años que incentiva a las madres trabajadoras con generosas ayudas.

A diferencia de Alemania, donde el Estado promueve largos parones laborales facilitando un sueldo a las madres durante los tres primeros años de sus hijos, Francia apuesta por conciliar trabajo y vida familiar. Una madre con dos hijos que trabaje a jornada completa o cuatro días por semana recibe 900 euros al mes si contrata formalmente los servicios de una ayuda doméstica. Eso al margen de la renta familiar. Cuanto más baja sea esta se conceden más ayudas. A partir del tercer hijo, las ayudas son de más de 700 euros.