Francisco Javier Espadas paseaba el pasado 4 de julio a las ocho de la tarde por Esparreguera (Bajo Llobregat) con su perra, Nina, y un amigo cuando se toparon con un elemento sospechoso. Era un hueso. No es algo tremendamente llamativo: en algunos lares es frecuente que haya animales enterrados y que los perros encuentren sus restos y se lleven alguno de recuerdo.

Pero Espadas tiene un pasado profesional que le permitió un análisis más detallado de lo que estaba viendo: "Soy matarife, profesional cárnico. Y en seguida vi que no es un hueso de ternera, ni de cerdo, ni de cordero, ni de buey". Alarmado ante la posibilidad de hallarse ante restos humanos, llamó al 112.

Dice que la respuesta a esa primera llamada fue que los mossos no disponían en ese momento de personal que pudiera desplazarse a la zona, cercana al río y en la que hay un descampado. Un destino habitual de paseantes, con o sin perro.

A casa con el hueso

Dos horas después, a las 22.00, Espadas volvió a llamar y tampoco logró que se acercara una patrulla. Mientras esperaba, y decidía qué hacer con la extremidad inferior, pasaron dos agentes de la policía local de Esparraguera y pensó que era por el hueso. "Nos dijeron que venían por otro servicio".

Así que mientras caía la noche, decidió llevarse a casa lo que en su opinión es una pierna humana, "probablemente de un adolescente o de un niño". El hueso no está completo: va de medio muslo hasta el inicio del tobillo ausente. Espadas ha hecho consultas. Con algunas personas: alguien de la Guardia Civil, una traumatóloga. Viendo fotos del miembro, hasta tres personas con conocimientos en la materia, cuenta, le han dicho que parece una rótula humana con algo de peroné y tibia. No ha dejado de buscar un criterio profesional, mientras, subraya, las autoridades han seguido haciendo caso omiso de la situación. "Si realmente es un hueso de un animal, ningún problema. Pero ¿y si realmente es de una persona?", se pregunta el custodio de la extremidad, como se define. Si la pierna es de una persona, proclama, merece un trato respetuoso.

Espadas no comprende cómo la policía no ha mostrado más interés en determinar si el hueso es humano: "Se trata tan solo de verificar la denuncia de un ciudadano con conocimientos por su profesión". A principios de julio lo sacó la pierna del congelador en el que llevaba cuatro días por recomendación de una de sus fuentes autorizadas. Luego la volvió a meter.

La tesis de la katana

Este vecino de Esparreguera no tiene confianza en las administraciones públicas, subraya. El motivo es la resolución del suceso por el que perdió un ojo. Trabajando como matarife resultó herido tuvo un accidente y sostiene que entre unos y otros le escatimaron la indemnización que le tocaba por la pérdida de su ojo derecho

Espadas tiene una tesis. Cree que la pierna fue cortada "de forma muy limpia y con una fuerza tremenda". Se basa en su experiencia manejando carne con utensilios afilados. Incluso cita la posible arma empleada: "Una katana, un machete muy grande, o un hacha". Algo muy afilado. Sospecha de que el cuerpo debía estar colgado de algún lugar cuando se produjo el corte. Que podría corresponder a un niño o un adolescente lo defiende por el tamaño de la presunta pierna.

Semanas atrás, los mossos informaron de que la cuestión estaba en manos de la policía local. En el ayuntamiento relataban que la policía local comunicó a Espadas que si creía que la pierna era humana debía entregarla. Él sostiene que no se le formuló esa demanda.

Más de 20 días después de hallar la extremidad y de convivir con esta, Espadas se fue el martes a Martorell y presentó una denuncia en el juzgado, dirigida a la Administración, sin más concreciones, en la que expone: "Tengo en custodia lo que podrían ser piezas óseas, encontradas al pasear con un perro". Ahora espera acontecimientos y combina la convicción de que alguien debe interesarse por la pierna con la desconfianza que le suscita que vayan a retirársela, por el destino que le puedan dar.