Francisco Luzón (El Cañavate, Cuenca, 1948) fue uno de los pesos pesados de la banca española. Uno de los hombres más poderosos del país. Su currículum da vértigo: presidente del Banco Exterior de España y de Argentaria, número dos del Santander junto a Emilio Botín, impulsor de misma entidad en tierras latinoamericanas... Y ahora, enfermo de Esclerosis Lateral Amiotrófica, la dolencia popularmente conocida como ELA. Todas sus respuestas las reproduce un altavoz conectado por bluetooth a una aplicación para móvil.

-¿Su filosofía de vida ha cambiado desde que le diagnosticaron ELA?

-Soy el mismo de siempre pero con otra visión. La enfermedad ha sido el detonante de una reflexión profunda sobre mí mismo y sobre la vida. Quiero ser como he sido hasta ahora, con mi personalidad y carácter, y no lo que la enfermedad haga de mí.

-Pero el ritmo de vida debe ser diferente.

-Cuando me diagnosticaron ELA le di muchas vueltas a qué hacer y qué no hacer. Decidí seguir siendo yo mismo, me resisto a ser una persona inactiva. Que te diagnostiquen ELA implica la suma de un miedo y un dolor profundo interno; una tentación de anegarse en la oscuridad.

-Usted, en cambio, no se rinde, ¿los amigos le acompañan?

-Algunos. La enfermedad da miedo hasta a los amigos. Es muy dura para todos y respeto que algunos prefieran no estar cerca, porque les duele. Aun así, estoy contento por quienes están conmigo. [Después de años], me sorprende que muchos hayan vuelto conmigo.

-¿Incluso le acompañan al Santiago Bernabéu para ver los partidos?

-Sí. ¿Y sabes cómo me llaman? Aita. Desde que mi hija era pequeña la llevaba a ver los partidos del Real Madrid y como papá en vasco es aita, pues todos los abonados que se sientan a mí alrededor también me llaman así.

-Ahora que ya no puede celebrar los goles a viva voz, ¿cómo lo hace?

-Me dan abrazos. Las emociones las expreso con canciones. [De repente suena el himno conmemorativo del Real Madrid por su décima Copa de Europa mientras sonríe].

-¿Siempre ha sido un melómano?

-Y amante de las habaneras [apunta su mujer, que le acompaña en la entrevista]. Como en el fútbol, con el ELA también nos tenemos que unir para ser más fuertes y ganar nuestra Champions particular. Las luchas dispersas no valen para nada, somos pocos y esparcidos; yo lo que quiero es unir al medio millón de enfermos para mejorar su calidad y dignidad de vida.

-De ahí su Fundación Luzón.

-Esta propuesta está siendo muy bien recibida y ya hay tres países de Latinoamérica que quieren ponerla en marcha. Si bien primero queremos desarrollarla en España, la medicina es universal. La investigación tiene que ser global y por eso me voy a subir al carro de diez centros internacionales de referencia.

-De los 65 millones de euros que recibió de jubilación, le quedaron 32 limpios. ¿Cuántos de ellos dedicará a la fundación?

-Pondrá el suficiente dinero para que la fundación funcione durante sus primeros cuatro o cinco años de vida [responde su mujer]. La fundación no va a ser patrimonial, sino que se encara hacia la gestión. Queremos conseguir una atención clínica asistencial de apoyo a los enfermos y a las familias; coordinar las instituciones sanitarias; relacionar las asociaciones de pacientes y coordinar el mapa de investigación en España para evitar duplicidades.

-¿Y hoy qué van a hacer para conseguirlo?

-Tenemos una agenda bastante apretada con visitas en el Hospital de Bellvitge y reuniones con los comités de investigación.

-¿No quiere descansar?

-[Su mujer contesta por él] No… no quiere descansar... esta misma noche hemos leído que hay un concierto de Michael Nyman en el Palau de la Música y a los dos nos gusta mucho, pero cualquiera se lo propone... Tiene una permanente hiperactividad.

-Por cierto, ¿cuánto tiempo llevan casados?

-Seis años, tres de ellos con la ELA [continúa su mujer]. Pero él mantiene su tenacidad y su entrega. Los signos de la enfermedad solo se han evidenciado ahora. Sí que es cierto que poco a poco fue perdiendo la voz y desde hace un año habla por la aplicación y el altavoz. Pero tiene una ventaja: todo queda registrado [dice él por la app mientras se blande de risa].

Al finalizar la entrevista se funde en un abrazo con todos, y lo último que reproduce su frío altavoz como despedida es... «El dinero es como el estiércol, solo tiene valor si se esparce».