Ni una sola mención sobre la posibilidad de que hombres casados puedan desempeñar funciones de sacerdote en la remota tierra de Amazonía. Aunque se vislumbra un resquicio, una pequeña puerta abierta. El documento Querida Amazonía, con el que Francisco acogió ayer las conclusiones del sínodo celebrado el pasado octubre en Roma sobre esa región, no cita tan siquiera la propuesta, votada por dos tercios de los participantes, de que hombres que ya sean diáconos y están «establemente casados» puedan ser ordenados curas y las mujeres diaconisas. La propuesta hecha al Papa era la de que, en vista de que en ese vasto territorio, las comunidades católicas a veces pueden pueden pasar un año (o más) sin ver a un sacerdote, se pudiera recurrir a indígenas católicos de probada fe, aunque estuviesen casados para realizar esas labores.

Como respuesta al cierre en banda de eminentes cardenales de la Iglesia católica, Francisco no ha querido ahondar en el clamor levantado en varios puntos del mundo en contra de la posibilidad de que pudiera haber sacerdotes no célibes.

A pesar de ello, Jorge Bergoglio parece dejar una puerta abierta a posibles cambios en un futuro. No es muy evidente en el texto, pero refleja el modo particular de comportarse de este Papa. En los párrafos 104 y 105 de su Exhortación Apostólica, uno de los capítulos de la carta publicada ayer, ilustra que, frente a la escasez de sacerdotes, «los agentes pastorales vislumbran soluciones muy diversas para los problemas que enfrentan y por ello proponen formas aparentemente opuestas de organización eclesial». El Papa añade que «cuando esto ocurre es probable que la verdadera respuesta a los desafíos de la evangelización esté en la superación de las dos propuestas (sacerdotes casados o no), encontrando otros caminos mejores, quizás no imaginados».

LA VOZ DE FRANCISCO / El documento de Francisco constituye el más extenso análisis, despiadado en algunos párrafos, poético en otros, que jamás se haya hecho sobre la explotación internacional de la Amazonía y de los valores de los pueblos -más de un centenar- que viven en ella. El texto rezuma la «filosofía» de Bergoglio en lo que se refiere a la «inculturación», es decir la traducción del mensaje cristiano en otras culturas, que no sean la hebrea original y las grecorromanas sucesivas.

El documento comprende también un extenso análisis sobre el valor y el papel de las mujeres. Pero no da el paso esperado por muchos de que estas puedan llegar a ser diaconisas. Añade que «en realidad, nos orientaría a clericalizar a las mujeres, disminuiría el gran valor de lo que ellas ya han dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de su aportación indispensable». No habrá curas casados ni diaconisas, pero los amazónicos podrán «confeccionar» los ritos católicos de acuerdo con sus culturas.