La octava Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad (COP8) concluyó la madrugada del sábado en la ciudad brasileña de Curitiba con esperanzadores acuerdos, especialmente en la regulación de los recursos genéticos procedentes del Tercer Mundo y la lucha contra la biopiratería.

Pero también confirmó que por ahora pesan mucho más los intereses económicos que la supervivencia de una desconocida planta amazónica o un pez abisal que, quién sabe, quizá podrían servir en un futuro para desarrollar algún fármaco milagroso.

"Los acuerdos son razonablemente importantes y sin duda mucho más de lo que algunos pensaban al principio", dijo Jose Luis Herranz, director general de Biodiversidad en el ministerio español de Medio Ambiente.

El asunto fundamental

El asunto fundamental de la cumbre ha sido el llamado ABS (Access and Benefit Sharing) o derecho de los países y comunidades locales a beneficiarse de sus recursos genéticos, es decir, lograr que les revierta económica, tecnológica o ambientalmente --"una parte justa", dicen los indígenas-- una patente biotecnológica basada en una planta endémica de su territorio. Por ahora no hay nada.

Los documentos de la COP8 no hablan de dinero ni porcentajes, pero las 173 delegaciones han concluido que es un derecho que se debería reconocer internacionalmente. Eso sí, posiblemente en la COP10, en el 2010, porque aún que queda mucha negociación. La cumbre de Río de 1992 ya llamaba a acabar con ese expolio. "No se ha aprobado el régimen internacional, pero sí se ha puesto en marcha el proceso", resumió Margarita Clemente, vicerrectora de la Universidad de Córdoba.

Los delegados han estado de acuerdo en que "el acceso a los recursos genéticos se certifique". Sería una especie de denominación de origen --la trazabilidad-- para garantizar que la planta importada se ha obtenido con el consentimiento del país donde crece. Actualmente, la regulación del acceso a esos recursos genéticos se traduce en acuerdos voluntarios, como sucede desde 1991 entre la multinacional Merck y el Gobierno de Costa Rica. A partir del 2010, según las previsiones, estos acuerdos de explotación serán obligatorios. Llegar a más ha sido imposible habida cuenta de las reticencias de Australia, Nueva Zelanda y otras "marionetas de EEUU", en palabras de las ONG.

Según los acuerdos de la conferencia, también deben protegerse "los conocimientos e innovaciones" de la sabiduría popular. Como explicaron varias ONG, las empresas farmacéuticas no suelen buscar en la inmensidad de la selva, sino que aprovechan conocimientos botánicos de los indígenas. Sin embargo, no ha habido progreso en los llamados "productos derivados", es decir: no se podrá patentar una planta o un gen, pero sí su aplicación.

En cualquier caso, el optimismo en la cumbre no ha escaseado y se han aprobado objetivos ambiciosos, como lograr que en el año 2010 se hayan protegido al menos el 10% de las regiones ecológicas, es decir, el 10% de los bosques, de las montañas, de las islas o de las tierras áridas.