No se considera "un monstruo", pero sus propias palabras lo desmienten. Josef Fritzl, que encerró y violó a su hija durante 24 años, asegura que el sexo con su víctima era una "adicción". En una entrevista con su abogado, publicada ayer por el semanario austriaco News , el carcelero de Amstetten reconoce que el impulso por mantener relaciones sexuales con su propia hija "se fue haciendo más fuerte", aunque niega que las violaciones comenzaran cuando Elisabeth, que hoy tiene 42 años, tuviera 11 años, tal y como la víctima declaró a la policía.

El electricista jubilado dejó a su hija embarazada seis veces, algo de lo que no se arrepiente. "Era bonito tener también en el sótano una familia. Nunca se hubieran atrevido a atacarme", relata Fritzl, quien consciente del peso de los años ideó un plan: liberar a Elisabeth y a sus tres hijos-nietos cautivos, que debían relatar que habían vivido con una secta. Josef Fritzl llegó a advertir a sus prisioneros que la puerta del zulo estaba electrificada y que morirían electrocutados si la tocaban.

En un intento de justificación, Fritzl explicó a su abogado que cuando Elisabeth llegó a la adolescencia, dejó de respetar sus reglas y comenzó a "beber alcohol y a fumar". "Por eso tuve que procurar un lugar en el que, en algún momento, pudiera mantener a la fuerza a Elisabeth alejada del exterior", relató Fritzl, quien además confirmó que obligó a su hija a escribir las cartas que empleó para fingir que los niños a los que adoptó habían sido abandonados y así justificar su aparición. Su peculiar familia vive ahora en una clínica psiquiátrica y se presentará en público en el futuro.