Un descuido de Josef Fritzl permitió ayer que las cámaras de la agencia austriaca APA captaran por primera vez su rostro, que escondía detrás de un archivador azul desde que el lunes empezó el juicio. El monstruo de Amstetten, acusado de haber encerrado y violado a su hija durante 24 años, con la que tuvo siete hijos, se enfrentó ayer a la declaración de algunas de sus víctimas.

Elisabeth, su hija, lo hizo a través de un vídeo. Solo un hermano de la mujer se ha prestado a declarar. La esposa del acusado y los seis hijos-nietos vivos nacidos de los abusos se han negado a testificar. Elisabeth relató en once horas los 24 años de encierro y violaciones en un vida que fue definida como "martirio inimaginable" por la fiscal que ejerce la acusación pública. Según un portavoz judicial, el documento fue grabado durante varios días y la experiencia fue "muy estresante para ella".