Lo de mogollón es una antigualla, la palabra porro está tan pasada que ya se ha incorporado al diccionario de la RAE. Guripa es término carrozón y si llamas pitufos a los guardias municipales eres pura arqueología. El lenguaje juvenil se reinventa a sí mismo, las jergas chelis se renuevan cada semana y Extremadura no se queda atrás en creatividad léxica. He aquí lo último en jergas para ir al botellón y no hacer el ridículo.

Para empezar, los botellones ya no se llaman así, sino melocotrocos . La música que suena en los loros de los coches no es techno ni bakalao , sino makinarte y los tipos que se ven por el lugar, no van vestidos grunge ni alternativos, sino desfraguiñados . Sus pantalones anchos, arrastrando por el suelo se llaman limpiagapos . Su pelo cortado al tazón los convierte en champiñones y sus cazadoras viejas reciben el nombre de cherokees . Beben kalimocho con gluglumitos (cubitos de hielo) y a veces se hurgan entre los dientes para quitarse los paluegos (briznas de la cena).

El vocabulario juvenil sigue enriqueciéndose, como siempre, en los campos del tabú. En eso no hay variaciones. Así, la creatividad es mayor para formar glosarios referidos a la droga, la escatología, el sexo y los insultos. Es en este punto donde hemos encontrado cuatro curiosos sinónimos de bruto: belloto , toterreno , bichatora y hereje .

RICHIS El aparato sexual femenino, ¡cómo no!, sigue inspirando la imaginación masculina que aporta a los ya clásicos potorro y hucha las novedades de garaje , ruleta o casquillo . Lógicamente, si lo femenino es casquillo , lo masculino ha de ser, por fuerza, bombilla . Mientras que el vello púbico se apunta a la moda anglosajona e incorpora el término los richis , siempre en plural.

Siguiendo con los eufemismos sexuales, la acción amorosa recoge la curiosa expresión ´fucki, fucki tras matorral´, de evidentes resonancias campestres, y la más urbana y cinéfila ´chiki, chiki, bum, bum´. Cuando la pareja no llega al paroxismo, sino que se queda en el simple arrumaco, se usa el vocablo chusco . Ejemplo: "Se ha ido con su novio al chusco". Cuando el chusco se realiza delante de amigos que no se comen una rosca, se afea el gesto a la pareja diciéndoles: "No se come delante de la gente pobre".

En el campo de la seducción y el deseo, un chico gamba sería aquel del que las muchachas se comerían todo menos la cabeza. Un simpático es el chaval ocurrente, pero poco agraciado, y un gremlin , pues eso, que ni guapo ni graciosillo. Cuando ella no ha tenido tiempo de depilarse, tiene cañones en las piernas. Cuando es un tanto chulita, se le dice maisín , palabra que proviene, al parecer, de una muñeca pija que sustituirá a la pasadita Barbie la próxima noche de Reyes. Pero si el presumidillo es él, entonces será un masca .

Podemos seguir faltones y soltarles una retahíla inacabable de insultos y calificativos varios. Ahí va: cucharón (se mete en todo), papúo (lento), empanojao , ursu o tolai (atontado), lirín (guiri ), cartuli (torpe), pepinillo, calabaza o calabacín (feúcho), pilfi (ladrón), calandario (hortera) y gurruño (tacaño).

Si siendo niño lo de culo, caca, pedo provocaba risa, al crecer, el mundo escatológico sigue inspirando bastante. Vamos a dejar a un lado las expresiones francamente malolientes, para seleccionar el más divertido neologismo. ¿Saben cómo se dice ahora defecar? Pues muy sencillo: momento all-bran .

El inquietante campo de la droga es el más innovador de todos. Así, las pastillas de éxtasis se llaman últimamente fichas o rulas . En cuanto a los porros, la única palabra nueva parece ser mackaflai , aunque han aparecido los porros biturbos (con dos boquillas y doble carga) y triturbos (triple en boquillas y chinas).

Hacer un submarino es meterse en una habitación cerrada varios a fumar. Aunque esta operación también se describe como meterse en un armario galáctico. El resultado es que uno acaba jiwi (fumado) o alcanzando un amarillazo o cebollazo (colocón). Una mora es una boquilla de porro. Apagar el cigarrillo de hachís es matarlo. Y petarlo es encenderlo. De ahí viene la llamada ley del porro: "Quien lo hace, lo peta".

Las jergas juveniles dejan un huequecito para el lenguaje estudiantil e incorpora los adjetivos pájaro y globo para referirse a las marías : asignatura pájaro, asignatura globo. Después de tanta palabra y tanto ajetreo, siempre espera la cama, que tampoco se llama así en los nuevos diccionarios chelis. Ahora se dice: "Me meto en el sobre (cama) y apoyo la cabeza en el sello (almohada)".